LA HABANA.- Hubo un momento mágico el pasado jueves 1 de junio, recuerda un estudiante universitario, cuando un grupo de jóvenes decidió redactar una carta en protesta por los precios abusivos anunciados por ETECSA, monopolio de las telecomunicaciones en la Isla.
“Varios estudiantes coincidimos en el parque aledaño a la facultad de Derecho de la Universidad de La Habana y empezamos a debatir sobre el tarifazo de ETECSA. El berrinche era muy grande. Alguien planteó publicar una carta de protesta. Todos estuvimos de acuerdo. Las buenas ideas brotaban como flores. Estábamos imbuidos por un espíritu de justicia social ante esa medida que considerábamos draconiana, inconstitucional y que menoscaba la dignidad de los cubanos ya que obliga a la gente a jinetear dólares para la recarga entre sus amigos y parientes”, dice el joven.
“No somos tontos. No queríamos lanzar un documento que el gobierno considerara contrarrevolucionario (CR). Guardamos las formas y cumplimos los protocolos establecidos por las leyes del país. En ningún momento nadie pensó que estábamos delinquiendo. La intención era entablar un diálogo franco y constructivo. Y ofrecer soluciones. Lo que vino después, aunque algunos ya lo sospechaban, el acoso, las citaciones de la Seguridad del Estado y la intimidación, me decepcionó”.
No hay ingenuidad
“Hace tiempo que la mayoría de los cubanos han dejado atrás su ingenuidad. Se escudaban en la simulación y el miedo para no buscarse problemas. Hay un pacto no escrito entre los ciudadanos y el gobierno. Si no te metes en política las autoridades son más permisivas. Todos sabemos las consecuencias de disentir y marcarte de conflictivo. Pierdes el trabajo y te tachan de no persona. La gente, incluso los guapos del barrio le huyen a la palabra CR”, explica el estudiante y aclara que los pasos a seguir eran los determinados por la ley.
“La irresponsabilidad y el divorcio del gobierno con el pueblo no es achacable a los ‘influencers’ de Miami ni a una supuesta guerra asimétrica de Estados Unidos contra Cuba. Son sus disparates y la mala administración de los recursos del pueblo los que han generado un amplio descontento ciudadano. Cuando la gente se queja por los extensos apagones, el desabastecimiento de alimentos y medicinas, el déficit de agua o gas licuado, a donde primero envían cartas es al Comité Central del PCC o acuden a la sede del partido comunista municipal. La gente sabe que el delegado de barrio del Poder Popular no resuelve nada. La opción de tirarse a la calle es después que ven que las autoridades no les responden o les mienten descaradamente. No existen canales legales para imputar a las autoridades. Es la inacción del gobierno la que provoca el malestar entre los cubanos”, concluye el joven universitario.
Una estudiante de medicina que participó en un encuentro con funcionarios de ETECSA y del gobierno detectó la falta de cultura política de “personas acostumbradas a no ser confrontadas, ni que le pongan en duda sus estadísticas y el relato que pretenden vender. La primera reacción a las críticas suelen ser amenazas verbales: mira a ver lo que dices, cuidado con lo que hablas, ¿adónde quieres llegar?”
Funcionario image
“Desde su forma de vestir a su gestualidad corporal se nota que habitan en mundos paralelos. Mientras más alto es el cargo que ocupan, más obesos son. Se ponen esas horribles camisas de cuadros o la acostumbrada guayabera. Nunca sonríen. Ni hablan con naturalidad. Conversan con tono impostado cargado de jergas, consignas manidas y frases huecas. Son súper aburridos. Es difícil debatir con franqueza con ese tipo de gente que saca una agenda y con cara de reproche apunta cualquier sugerencia o cosa que uno le diga. Su presencia no asusta. Al contrario. Es tan evidente su mediocridad que puedes barrer el piso y pisotearlos intelectualmente con mucha facilidad. A mí me decepcionó del bajo nivel político y cultural de la mayoría de esos funcionarios”, describe la muchacha.
La profesora, historiadora y politóloga disidente Alina Bárbara Hernández, destacó que con el tarifazo de ETECSA el gobierno “solo ha logrado trasladar el disenso del espacio virtual al espacio real”. En su muro de Facebook resaltó el civismo de los estudiantes y su apoyo a movilizaciones pacíficas, pero reconoce que la estrategia de los jóvenes podría no triunfar en términos no formales, debido a las presiones de la Seguridad del Estado, la complicidad institucional de algunos funcionarios y profesores, la cooptación de estudiantes, el miedo de las familias y las dificultades organizativas propias del cierre del curso escolar.
“Lo que los estudiantes dijeron lo vimos”, afirma Alina Bárbara, porque la fractura del control dentro de las universidades es ya inocultable. La presencia exagerada de agentes de la Seguridad del Estado ha sido denunciada por alumnos de la Universidad Central de Las Villas y en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echevarría (CUJAE), ubicada al oeste de la capital.
Los segurosos
“Están a la cara por los pasillos y en las áreas públicas de la CUJAE. Ya la Gestapo (Seguridad del Estado) ha citado a estudiantes que ellos suponen lideraron las protestas”, revela a DIARIO LAS AMÉRICAS un estudiante. “Los han detenido con el pretexto de conversar y los han sometido a extensos interrogatorios. Los amenazan que, si siguen en esa actitud, que llaman provocadora, pueden tener graves consecuencia. Ya sabes, desde la expulsión de la escuela a un proceso penal. Le advierten que el país está en estado de guerra y que esas protestas le sirven de pretexto a la ‘mafia de Miami’ para una futura intervención militar. El discurso se repite, no es creíble. El único argumento que tienen es la intimidación”.
En una carta anónima que recibió Alina Bárbara Hernández el martes 10 de junio desde la Universidad Central de Las Villas (UCLV), dirigida “a la comunidad universitaria, los medios de comunicación nacionales e internacionales, la sociedad civil cubana y las autoridades académicas y estatales”, los firmantes denunciaron además de censura institucional, complicidad con la represión de los cargos de la oficialista Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y criminalización de la protesta.
La denuncia de los universitarios precisa que, “bajo la dirección de la doctora Aleida Suárez Ramírez, los medios universitarios (Radio UCLV y Criollito) han silenciado análisis críticos sobre la actuación del profesorado durante las recientes protestas estudiantiles suprimiendo el debate plural”. También señalan al presidente de la FEU en la UCLV, Alejandro Báez Crespo, quien “avaló inconsultamente el incremento tarifario de ETECSA mediante argumentos reduccionistas, omitiendo su deber de defender los intereses del estudiantado”.
Una estudiante de la Universidad de La Habana considera que “más que la traición esperada de la mayoría de profesores y rectores o líderes de la FEU, que se han plegado a los designios del gobierno, el lógico temor de algunos muchachos que firmaron el documento y después, por la presión familiar y de la Seguridad del Estado se voltearon, lo que más me ha decepcionado es la falta de apoyo de otros estamentos de la sociedad”.
Sin respaldo
“Echo de menos que otros sectores, ya sean trabajadores, emprendedores privados o jubilados nos apoyaran de forma efectiva, pues el tarifazo afecta a todos los cubanos. Ha prevalecido esa actitud contemplativa de mirar en la distancia lo que sucede. Es un fenómeno que nos pasa a muchos cubanos. Vemos un atropello en la calle o una golpiza a un opositor y miramos a otro lado por miedo. Si se hubieran sumado otros sectores al parón, como no ir a trabajar, huelga de brazos caídos o publicar una condena, la historia hubiera sido diferente. Si queremos reformas profundas y efectivas debemos ser más proactivos”.
Una joven que estudia en la facultad de Arte opina que “el gobierno va a seguir decretando paquetazos que no benefician al pueblo”. Y coincide que “si no nos unimos, estaremos indefensos frente al Estado. Debemos dar un paso adelante: el enemigo es el gobierno”. Y lee un poema del pastor luterano alemán Martin Niemöller: 'Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, ya que no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, ya que no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudo protestar'. Ese poema tiene tanta vigencia en nuestro país que asusta”.
Por ahora el mensaje del régimen es un golpe de autoridad sobre la mesa: Cuba es más dictadura que nunca.
Especial
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