
El huevo, alimento presente en millones de hogares, sobresale por su valor nutricional y su notable versatilidad en la cocina. La correcta conservación resulta esencial para reducir riesgos sanitarios y evitar desperdicio, especialmente ante precios elevados y escasez.
Especialistas en seguridad alimentaria, consultados por Delish y Good Housekeeping, detallan cuánto tiempo los huevos permanecen frescos, cómo detectar la pérdida de calidad y cuáles son las mejores prácticas para su almacenamiento.
Respecto a los huevos cocidos y preparaciones, la FDA establece criterios más estrictos: consumo dentro de una semana en caso de huevos cocidos y de tres a cuatro días para preparaciones con huevo.
Por un lado, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) recomienda consumir los huevos frescos en un plazo de hasta tres semanas después de la compra, siempre refrigerados a 4°C o menos. Esta indicación busca asegurar la máxima frescura y seguridad.

Por otro lado, el Centro de Seguridad del Huevo señala que los huevos pueden ser seguros hasta cinco semanas después de la fecha de envasado, siempre que se mantengan en refrigeración adecuada. Esta diferencia responde al hecho de que la fecha de envasado y la fecha de compra pueden no coincidir.
En cuanto a la congelación, Good Housekeeping destaca la importancia de no congelar huevos con cáscara. Recomiendan batir las claras y yemas o congelar solo las claras en recipientes herméticos, lo que permite conservarlas hasta un año. Esto se refiere únicamente a la congelación, que es una modalidad distinta y no comparable en plazos con el almacenamiento refrigerado.
Comprobar si un huevo es apto para el consumo requiere atención a varias señales. La más evidente es el olor a azufre o rancio, tanto en la cáscara como al abrir el huevo; este aroma indica descomposición y obliga a descartarlo. También deben vigilarse otros signos:
- Cáscara viscosa, pegajosa o agrietada: Puede ser señal de contaminación bacteriana.
- Presencia de polvo o manchas en la cáscara: Indica posible moho y riesgo sanitario.
- Color anormal al romper el huevo: Tonalidades rosadas, verdes, azules o negras en la clara o la yema sugieren actividad bacteriana o fúngica.
- Claridad excesivamente líquida: Un huevo envejecido puede mostrar clara muy aguada y yema poco consistente.

Sin embargo, Delish señala que la Salmonella puede estar presente sin alterar olor ni aspecto, por lo que resulta esencial complementar la inspección visual y olfativa con la verificación de la fecha de caducidad.
Para asegurar la máxima frescura y seguridad, se sugiere:
- Guardar los huevos en la rejilla central y al fondo del refrigerador, donde la temperatura se mantiene más estable.
- Evitar guardar huevos rotos en el envase original para no contaminar los demás.
- Desechar las cáscaras inmediatamente y no lavarlas antes de almacenarlas; el lavado elimina la cutícula natural que protege contra bacterias.
- Utilizar el envase original o uno limpio y cerrado, protegiéndolos de olores de otros alimentos y retrasando el deterioro.

El consumo de huevos en mal estado puede provocar intoxicaciones alimentarias por bacterias como E. coli. Estos microorganismos pueden multiplicarse sin cambiar el aspecto del huevo, de ahí la importancia de respetar los plazos de conservación y no consumir huevos pasados de fecha.
La principal medida preventiva es revisar siempre la fecha de caducidad y descartar el huevo si hay dudas sobre su olor, aspecto, integridad de la cáscara o tiempo de almacenamiento. Así se minimizan los riesgos y se protege la salud familiar.