
Incorporar frutas a la dieta diaria es una recomendación universalmente aceptada por médicos y nutricionistas. No obstante, persisten dudas entre quienes buscan mejorar su alimentación: ¿es mejor comer fruta antes o después de una comida? ¿Tiene efectos diferentes según el momento del día?
Especialistas en nutrición brindan respuestas que invitan a reevaluar costumbres muy arraigadas.
Las frutas ocupan un lugar privilegiado en cualquier pauta alimentaria saludable. Gracias a su alto contenido en fibra, vitaminas y agua, contribuyen al bienestar digestivo, fortalecen el sistema inmunológico y ayudan a mantener una adecuada hidratación.
Además, favorecen la saciedad, lo que permite reducir el consumo excesivo de otros alimentos y controlar el apetito de manera natural.

Aunque los beneficios son numerosos, la forma de consumir fruta puede afectar la calidad nutricional de la dieta. Por ejemplo, los jugos —especialmente los industriales— presentan una concentración elevada de azúcares simples y pierden la fibra natural del fruto entero.
Por ello, se recomienda optar por frutas frescas y, preferentemente, por aquellas con menor carga glucémica, como las bayas, la guayaba, la mora o el aguacate.
Uno de los interrogantes más frecuentes en torno a las frutas tiene que ver con el momento ideal para su ingesta. En muchas culturas, es común tomarlas como postre. Sin embargo, esta costumbre no está exenta de controversia.
La dietista y nutricionista Laura Tajan aclaró que no existe un único momento perfecto: “Es sobre todo una cuestión de gusto. Puedes comer fruta cuando quieras”, señaló en declaraciones recogidas por GQ Francia.

Tajan explicó que, al ingerir frutas junto a otros alimentos, se incrementa el contenido total de fibra de la comida, lo que ayuda a ralentizar la absorción de azúcares y mejora la respuesta metabólica.
No obstante, destaca una ventaja relevante de consumir fruta antes de las comidas: su efecto saciante. Este recurso puede ser útil para quienes desean perder peso o moderar el apetito.
En esta línea, la medicina tradicional india, conocida como ayurveda, sugiere comer fruta entre 30 minutos antes y tres horas después de una comida, un intervalo que permitiría aprovechar mejor su contenido de agua y azúcares naturales.
El consumo de fruta como postre ha generado diversas creencias erróneas, entre ellas la idea de que podría provocar fermentaciones en el estómago o dificultar la digestión.
Pero, según explica Tajan, estos temores carecen de base científica. “El vaciado gástrico tarda entre tres y seis horas. Comer fruta después de una comida no interfiere con el proceso digestivo”, afirmó.

Otra creencia extendida sostiene que las frutas “limpian los dientes” cuando se consumen al final de una comida. La nutricionista desmiente esa suposición. Aunque algunas frutas estimulan la producción de saliva —lo cual ayuda a neutralizar la acidez bucal—, no reemplazan en absoluto una adecuada higiene dental.
El cepillado sigue siendo la medida más eficaz para proteger la dentadura frente a los efectos del azúcar y los ácidos presentes en algunos alimentos.
Más allá del horario, los expertos coinciden en un mensaje esencial: lo importante es asegurar un consumo regular y suficiente de frutas. La Organización Mundial de la Salud recomienda varias raciones diarias, adaptadas al estilo de vida y necesidades de cada persona.
Incorporarlas en diferentes momentos del día —ya sea en el desayuno, como colación, antes de almorzar o como parte del postre— puede facilitar la adherencia a una alimentación equilibrada sin caer en normas rígidas o imposiciones innecesarias.

Si bien comer fruta antes de las comidas puede ofrecer ciertos beneficios, como reducir el apetito o facilitar la digestión de sus azúcares, no existen impedimentos para consumirlas después. La clave está en hacerlo de forma consciente, variada y diaria.