
El consumo elevado de edulcorantes artificiales, presentes en productos ultraprocesados como bebidas gaseosas, chicles y postres bajos en calorías, podría estar vinculado a un deterioro cognitivo más rápido en adultos de mediana edad.
Así lo sugiere un estudio publicado ayer en la revista Neurology de la Academia Estadounidense de Neurología, que siguió a más de 12.772 adultos brasileños durante ocho años.
Según los datos analizados por investigadores de la Universidad de São Paulo, Brasil, aquellos participantes que consumían mayores cantidades de endulzantes experimentaron un declive en la memoria y la función cognitiva equivalente a 1,6 años de envejecimiento cerebral, un efecto especialmente marcado en menores de 60 años y personas con diagnóstico de diabetes.
La investigación, fue liderada por la Claudia Kimie Suemoto, profesora de Geriatría y directora del Biobanco de Estudios sobre el Envejecimiento de la Facultad de Medicina de la universidad paulista.
Ante la consulta de Infobae, la doctora Suemoto explicó qué motivó el análisis: “La motivación provino de tres factores principales. En primer lugar, estudios previos ya habían demostrado que los edulcorantes artificiales se asociaban con diversas afecciones, como diabetes tipo 2, cáncer, enfermedades cardiovasculares y depresión, pero aún no se había investigado su posible impacto en la cognición".
“En segundo lugar, en nuestro trabajo previo con el estudio ELSA/Brasil -continuó la investigadora-, descubrimos que un mayor consumo de alimentos ultraprocesados se asociaba con un deterioro cognitivo más rápido, y muchos alimentos ultraprocesados sin azúcar contienen edulcorantes artificiales. Por último, a título personal, he aumentado mi consumo de edulcorantes en los últimos años como parte de un esfuerzo por bajar de peso, lo que despertó en mí una mayor curiosidad por sus efectos a largo plazo en la salud cerebral".

El estudio evaluó siete edulcorantes artificiales y encontró asociación entre el consumo excesivo de seis de estos endulzantes y declive de la función cognitiva:
- Aspartamo
- Sacarina
- Acesulfamo-K
- Eritritol
- Xilitol
- Sorbitol
- Tagatosa (no se encontraron evidencias de declive en la cognición)
“Todos los edulcorantes evaluados, con excepción de la tagatosa, se asociaron con el deterioro cognitivo. Sin embargo, las estimaciones de la asociación son similares, lo que impide afirmar que un edulcorante sea peor que el otro”, precisó la científica brasileña que dirigió el estudio a Infobae.
Estos compuestos se encuentran habitualmente en aguas saborizadas, bebidas energéticas, chicles y mentas sin azúcar, barritas de proteínas, postres bajos en calorías, yogures aromatizados y aderezos “light” para ensaladas.
Al analizar los edulcorantes individuales, el consumo de aspartamo, sacarina, acesulfamo-k, eritritol, sorbitol y xilitol se asoció con un deterioro más rápido de la cognición general, en particular de la memoria. No encontraron relación entre el consumo de tagatosa y el deterioro cognitivo.
De acuerdo con la Academia Estadounidense de Neurología, los investigadores los dividieron en tres grupos según la cantidad total de edulcorantes artificiales que consumieron. El grupo con el consumo más bajo consumió un promedio de 20 miligramos por día (mg/día) y el grupo con el consumo más alto consumió un promedio de 191 mg/día. Para el aspartamo, esta cantidad equivale a una lata de bebida o refresco light. El sorbitol tuvo el consumo más alto, con un promedio de 64 mg/día.

La investigación, de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, incluyó a adultos con una edad promedio de 52 años.
“El Estudio Longitudinal de Salud del Adulto (ELSA-Brasil) es un amplio estudio longitudinal que comenzó en 2008 y se lleva a cabo en seis ciudades de Brasil. Nuestro grupo realizó el análisis de datos, para este estudio específico, tuvimos que clasificar y agrupar los edulcorantes y utilizar métodos estadísticos avanzados”, describió a Infobae la doctora Suemoto.
Los participantes completaron cuestionarios detallados sobre su dieta y se sometieron a pruebas cognitivas al inicio, a la mitad y al final del periodo de seguimiento. Estas pruebas evaluaron la memoria, la fluidez verbal, la evocación de palabras y la velocidad de procesamiento.
Tras ajustar por factores como edad, sexo, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, los investigadores observaron que el grupo con mayor consumo de edulcorantes presentaba un deterioro un 62% más rápido en sus capacidades cognitivas respecto al grupo de menor consumo, lo que equivale a aproximadamente 1,6 años de envejecimiento, según detallaron los investigadores.
“Los del grupo intermedio experimentaron un deterioro un 35 % superior al del grupo con el consumo más bajo, equivalente a aproximadamente 1,3 años de envejecimiento”, agregaron.
El vínculo entre el consumo de edulcorantes y el deterioro cognitivo resultó especialmente fuerte en adultos menores de 60 años y en personas con diabetes, quienes suelen recurrir a estos productos como sustitutos del azúcar.

“Los edulcorantes bajos en calorías o sin calorías suelen considerarse una alternativa saludable al azúcar; sin embargo, nuestros hallazgos sugieren que ciertos edulcorantes pueden tener efectos negativos en la salud cerebral con el tiempo”, afirmó Suemoto.
La investigadora explicó que el rendimiento cognitivo alcanza su punto máximo entre los 25 y 30 años, y que el consumo habitual de estos aditivos podría acelerar el declive natural de la función cerebral, incluso en adultos de mediana edad.
Entre los posibles mecanismos, Suemoto mencionó la neuroinflamación, la neurodegeneración y la alteración del eje intestino-cerebro, aunque advirtió que la mayoría de los estudios en animales utilizan dosis superiores a las habituales en la dieta humana.
¿Cuáles son las próximas líneas de investigación para comprender mejor los efectos de los edulcorantes en la salud cerebral? “Los siguientes pasos son: replicación en otras cohortes con medidas dietéticas y biomarcadores objetivos de exposición a edulcorantes, análisis de mediación (inflamación, metabolitos, microbioma) y neuroimagen para determinar si lesiones cerebrales específicas están relacionadas con el consumo de edulcorantes. Los ensayos clínicos aleatorizados o pragmáticos que evalúen el efecto de reducir o reemplazar los edulcorantes artificiales serían la prueba más eficaz", detalló la investigadora a Infobae.

“Se necesita más investigación para confirmar nuestros hallazgos e investigar si otras alternativas al azúcar refinado, como el puré de manzana, la miel, el jarabe de arce o el azúcar de coco, podrían ser eficaces”, dijeron los investigadores.
Una limitación del estudio fue que no se incluyeron todos los edulcorantes artificiales, señaló un comunicado de la Academia Estadounidense de Neurología.
Además, los datos fueron autoinformados, es decir que fueron los participantes los que proporcionaron información sobre su dieta, lo que podría no haber recordado con precisión todo lo que comieron. Además, la naturaleza observacional del estudio, impide establecer una relación de causa y efecto.
La publicación de estos resultados ha generado reacciones inmediatas en la industria alimentaria. Gavin Partington, director general de la Asociación Británica de Refrescos, declaró al diario The Guardian: “Según admiten los propios autores, este estudio no puede demostrar la causa”. Partington defendió la seguridad de los edulcorantes, avalada por las principales autoridades sanitarias internacionales, y destacó que su uso ha permitido reducir el contenido de azúcar en los productos del Reino Unido en casi 750 millones de kilogramos desde 2015.

Por su parte, la Asociación Internacional de Edulcorantes (ISA) insistió en que existe un “consenso científico establecido” sobre la seguridad de estos compuestos y recordó que el estudio es observacional, por lo que solo puede mostrar una asociación estadística, no una relación causal directa.
En cuanto a las recomendaciones para la población general, la Academia Estadounidense de Neurología y los autores del estudio aconsejan moderación. Aunque la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) considera seguros estos edulcorantes, los investigadores sugieren que limitar su consumo podría ser una medida prudente, especialmente en adultos de mediana edad y personas con diabetes.
Como alternativas, mencionan la tagatosa, la miel y el jarabe de arce.
El contexto de estos hallazgos se enmarca en una tendencia creciente al consumo de edulcorantes artificiales, impulsada por la búsqueda de opciones bajas en calorías y la preocupación por el azúcar añadido. Sin embargo, los expertos en nutrición recuerdan que la mejor estrategia para proteger la salud cerebral a largo plazo es una dieta rica en alimentos integrales de origen vegetal, como frutas, verduras, frutos secos, cereales integrales y legumbres, que aportan nutrientes beneficiosos para el cerebro.