
Ya sea para una nueva amistad, una relación laboral o una pareja, uno de los componentes clave es la confianza. Hay personas que nos brindan esa linda sensación de tranquilidad al poco tiempo de conocerlas, mientras que otras nos disparan dudas e incertidumbre. No nos “cierran”.
La confianza se asocia con la honestidad, la credibilidad, la integridad, la seguridad y la fiabilidad. Muchos cumplen con todos estos requisitos y otros, simulan cumplirlos. ¿Cómo saber en quién confiar?
La licenciada Viviana Wapñarsky, psicóloga (MN 24433), miembro del Servicio de Sexología Clínica del Hospital de Clínicas y directora de Consexuar, explicó a Infobae que “la confianza es fundamental en cualquier tipo de relación porque fomenta la comunicación abierta, el respeto mutuo y un sentido de seguridad emocional. En una amistad, crea lazos más profundos. En el ámbito laboral, facilita la colaboración y aumenta la productividad; y en parejas, es crucial para la intimidad y el compromiso. Sin confianza, las relaciones tienden a ser tensas y problemáticas”, aseguró.
La licenciada Lilian Corrado, psicóloga UBA (MN 20430) de la Fundación Aiglé afirmó a Infobae: “La confianza es el cemento emocional de cualquier relación significativa".

Y añadió: No importa si hablamos de pareja, amistad, familia o incluso de compañeros de trabajo: sin confianza, el vínculo tambalea, como silla vieja. Desde la psicología, sabemos que la confianza es el pilar que permite la intimidad emocional, la cooperación y la estabilidad en los vínculos. Cuando confiamos, nos relajamos, mostramos nuestras vulnerabilidades y dejamos de estar en modo alerta”.
Explicó desde la neurociencia, que al confiar se activan regiones del cerebro asociadas al placer y la seguridad y se libera oxitocina, la famosa “hormona del apego”.
Y agregó: “Es decir, confiar literalmente nos hace sentir bien. En cambio, vivir desconfiando genera estrés crónico, nos vuelve más controladores, hipervigilantes o disociados emocionales, lo cual, a su vez, puede generar diversos tipos de síntomas y malestar subjetivo difícil de tramitar”.
Entonces, destacó la especialista, “la confianza no es un extra en una relación: es el sistema operativo. Sin ella, todo lo demás son parches. Y como todo buen sistema operativo, necesita actualizaciones constantes: se construye, se nutre… y también se puede romper si no lo cuidamos”, advirtió.

El psiquiatra coreano Rhee Kun Hoo, autor del bestseller “Si vives hasta los 100 años, más te vale ser feliz”, explicó que la confianza es un ingrediente básico de la felicidad: “En un mundo en el que pudiéramos confiar en cualquiera y en todos, tendríamos muchas menos cosas de las que preocuparnos. Pero en nuestra compleja sociedad moderna, es tan difícil confiar en alguien como convertirse en un individuo digno de confianza. ¿Cómo podemos construir una comunidad en la que la confianza sea un hecho, no una obligación? Esta es una pregunta desafiante que debemos hacernos, y es clave para una sociedad colectivamente feliz”, señaló.
Sin embargo, así como la confianza se puede dar fácilmente también puede verse interrumpida por algo que intuitivamente nos dice que no bajemos la guardia ante alguien. ¿Por qué hay personas que no nos dan confianza casi de inmediato?
La licenciada Corrado explicó: “En parte, gracias a nuestro cerebro primitivo: tenemos sistemas de detección de peligro muy afinados. Desde la evolución, los humanos desarrollamos una sensibilidad especial para leer señales no verbales —miradas esquivas, sonrisas forzadas, gestos incoherentes— que nos advierten cuando algo no encaja. Es el ‘olfato social’, un combo entre intuición y experiencia pasada".

Hay ciertas banderas rojas que la psicología subraya como alertas. “Personas que cambian su versión de los hechos con frecuencia, que nunca se hacen cargo de sus errores, que manipulan emocionalmente o que usan la confidencialidad como moneda de cambio. En resumen, si alguien nos hace sentir confundidos, en deuda o inseguros… probablemente sea un vínculo que como mínimo, deberíamos revisar. La intuición tiene su valor, pero no es infalible. Lo ideal es escucharla con atención, pero chequeando los datos", subrayó Corrado.
Por su parte, la licenciada Wapñarsky dijo: “Si presenta inconsistencias en lo que dice o hace, falta de responsabilidad o evasión ante sus compromisos, evita compartir información personal o detalles importantes, no cumple con promesas repetidamente, maltrata, y/o no tiene una red de amigos que sean duraderos, puede ser una persona no confiable”.
Otras señales que deben ser observadas con atención, según los expertos, son:

1. Cuando no se comprometen. La confianza se basa en la coherencia entre palabras y acciones. Las personas poco confiables suelen ser inestables y no cumplen sus compromisos, ofreciendo excusas superficiales. Esto dificulta confiar en ellos.El comportamiento superficial. Si las conversaciones son triviales o giran constantemente en torno a la persona cuestionada también pueden ser una señal para tener en cuenta.
2. No dedica tiempo a la amistad, o cuando lo hace para ponerse al día solo se refiere a su vida sin interesarse por la otra persona.
3. En una relación romántica, mantenerla en secreto después de un tiempo considerable. Si la persona evita presentarla a sus amigos y familia o solo la invita a citas privadas, podría estar mostrando un comportamiento evasivo o poco confiable.
4. Cuando la persona es muy cautelosa y parece cerrada o selectiva en lo que está dispuesta a compartir, podría ser que esté ocultando algo o que no es confiable.

5. No puede guardar nuestros secretos y comparte información privada que le contamos en confianza.
6. La falta de transparencia. Actitudes poco claras o turbias, las cuales pueden manifestarse tanto en amistades como en relaciones románticas.
7. La persona no confiable nunca se hace cargo de sus errores.
Así como confiar demasiado puede ser un riesgo, la desconfianza es otro problema que puede suceder, especialmente si se han experimentado grandes desilusiones o situaciones familiares donde falló la confianza.
“Desconfiar demasiado puede crear una barrera emocional, dificultar la conexión con los demás y generar malentendidos. Este tipo de desconfianza puede tener raíces en experiencias pasadas, inseguridades personales o miedo al rechazo. Por lo general, la capacidad de confiar se va construyendo y se retroalimenta de los vínculos positivos y/o negativos”, dijo Wapñarsky.

A su vez, la licenciada Corrado, expresó: “Confiar es una habilidad relacional que se entrena, pero también puede verse dañada por heridas pasadas, traiciones o modelos de apego inseguros aprendidos en la infancia”.
Algunas señales de alarma de problemas con la confianza son, según la especialista: “Dificultad para delegar, celos excesivos, miedo constante a ser engañados, necesidad de controlar todo. También puede ocurrir todo lo contrario: confiar ciegamente en cualquiera con una sonrisa amable (también conocido como “síndrome del vendedor de enciclopedias”). Desde la psicología, estos patrones muchas veces están asociados a experiencias tempranas en las que el cuidado fue inconstante, impredecible o francamente doloroso”.
Por suerte, “la buena noticia es que no estamos condenados”, dijo Corrado. “La psicoterapia (vínculo de apego seguro) y también las relaciones sanas pueden ayudarnos a revisar la historia y reescribirla. Resignificar la experiencia vincular y darle una oportunidad nueva a la confianza. No se trata de confiar ciegamente, sino de aprender a hacerlo con criterio. Como quien se lanza a la pileta después de chequear si hay agua”, remarcó.

Quizá la persona que nos suscita dudas es alguien a quien debemos ver con frecuencia, pasa a formar parte de nuestra familia o es un compañero de trabajo. En estos casos, no queda otra opción que interactuar con ella.
La licenciada Corrado recomendó para estas situaciones: “Primero,… respirá. Y no es caprichosa la sugerencia. La respiración modula la activación del sistema de alerta. Y cuanto más calma tengas al tratar con alguien poco confiable, más afinada tendrás la percepción de signos de manipulación o engaño”.
En segundo lugar recomendó establecer límites sin necesidad de entrar en guerra.
“La clave está en regular la cercanía y establecer límites claros. Si es un compañero de trabajo, un familiar o alguien que no podés evitar, la fórmula es ‘cercanía estratégica’: mantener una distancia emocional prudente, evitar compartir información sensible, y no esperar lo que la persona ya demostró que no puede dar. Sabemos que poner límites no es un acto de frialdad, sino de autocuidado. Y aunque a veces nos da culpa o temor, hacerlo nos permite proteger nuestros recursos emocionales y evitar la frustración crónica”, destacó la experta.

Finalmente, la licenciada Wapñarsky brindó las siguientes recomendaciones para tratar con alguien que no nos inspira confianza:
- Establecer límites claros: para proteger nuestro bienestar emocional y establecer lo que estamos dispuestos a aceptar y lo que no.
- Ser directos: hablar con la persona sobre nuestras inquietudes y observar su respuesta, siempre con cautela.
- Evaluar la relación: considerar si vale la pena mantener la relación o si es mejor distanciarse.
- Buscar apoyo: hablar con amigos o colegas de confianza sobre la situación para obtener diferentes perspectivas.
- Confiar en nuestra intuición: si sentimos que alguien no es confiable, es importante prestar atención a nuestros instintos y tomar decisiones que nos protejan.