
El régimen de Cuba admitió este miércoles un aumento de los casos de dengue, chikunguña y oropouche en todo el país, situación que coincide con una profunda crisis económica y limita la capacidad de respuesta sanitaria.
En declaraciones a la televisión estatal, la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña, detalló que la semana pasada se identificaron 13.071 casos febriles, relacionados por síntomas con alguna de estas tres enfermedades virales transmitidas por insectos.
Peña subrayó que este aumento se verifica en “todos los territorios del país” y explicó que los brotes se intensifican debido a factores ambientales y sociales: la actual temporada climática, las deficiencias en el abastecimiento de agua, los cortes de energía y la suspensión de campañas regulares de fumigación.

Según la funcionaria, “en alrededor de 15 a 20 días” la dictadura de Miguel Díaz-Canel desplegará vehículos fumigadores “en los lugares de mayor afectación” para intentar mitigar la propagación de los mosquitos vectores.
Con una población de 9,7 millones de personas, Cuba registra una incidencia de dengue de 24,3 por cada 100.000 habitantes, lo que equivale a aproximadamente 2.360 contagios. Sobre la gravedad del brote, la viceministra indicó que en 2025 ya se contabilizan tres fallecidos diagnosticados con dengue. Siete personas permanecieron en estado crítico durante la última semana, aunque el balance más reciente indica que solo uno continúa en esa condición.
El serotipo 4 de dengue es el predominante en este brote y resulta especialmente peligroso para pacientes que ya contrajeron otra variante, ya que el riesgo de complicaciones hemorrágicas y mortalidad es más alto.

“Estamos preparados para asistir”, dijo Peña, aunque no ofreció datos actualizados sobre el número total de infectados ni precisó la distribución del dengue y el oropouche, dos virus que, según reportes previos, circulan ya en 12 de las 15 provincias cubanas.
La ONG Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) pidió que el régimen castrista declare la “emergencia sanitaria”, debido a la “alarmante crisis” y una “profunda disfunción en la infraestructura sanitaria que compromete la salud pública”.
El comunicado de la organización denunció la incertidumbre de la población sobre la efectividad de la respuesta oficial y la falta de información transparente.
La situación epidemiológica actual se agrava por la crisis económica que atraviesa la isla. La escasez de combustible, que impide mantener de forma regular los operativos de fumigación, reduce la capacidad del Estado para eliminar criaderos de insectos y para recoger la basura acumulada en muchas ciudades. La falta de divisas limita la importación de insumos básicos, medicamentos y reactivos para el diagnóstico.

La dificultad para estimar el número real de casos se acentúa porque muchos centros médicos carecen de pruebas específicas para identificar los virus y muchos enfermos evitan acudir al hospital por el deterioro del sistema sanitario y la escasez de medicinas. Un recorrido reciente en Matanzas, una de las provincias más afectadas, confirmó la insuficiencia de recursos y el ausentismo de pacientes en hospitales.
El repunte de enfermedades transmitidas por insectos en Cuba ha alcanzado la atención internacional. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) emitieron a finales de septiembre una actualización de alerta de viaje por chikunguña en la isla.
Estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indican que Cuba superó los 3.000 casos de dengue en al menos dos años de la última década, consolidando un patrón recurrente de brotes epidémicos.
(Con información de EFE)