Cómo un cargamento romano perdido durante dos mil años brinda pistas sobre el uso del plomo antiguo

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Se encontraron cientos de ladrillosSe encontraron cientos de ladrillos de plomo en un barco que se hundió entre el 50 y el 80 a. C. (Cryogenic Underground Observatory for Rare Events)

En el corazón del Mediterráneo, cerca de la isla de Cerdeña, un naufragio de hace más de dos milenios permaneció oculto bajo las aguas hasta su hallazgo en 1988. A bordo del barco yacía un tesoro singular: un cargamento de cientos de libras de lingotes de plomo, extraídos por el Imperio Romano en la península ibérica entre los años 50 y 80 a.C.

Aquellos lingotes, destinados probablemente a las obras de infraestructura de Roma, ya fuera para acueductos o la fabricación de municiones, nunca llegaron a su destino tras sucumbir ante una tormenta que los sumergió en las profundidades.

Sin embargo, la verdadera relevancia de este hallazgo no solo radica en su valor histórico y arqueológico. Décadas después de su descubrimiento, el cargamento despertó el interés de la comunidad científica, particularmente del físico italiano Ettore Fiorini, del Instituto Nacional de Física Nuclear de Italia (INFN), que vislumbró en aquellos antiguos lingotes una herramienta crucial para resolver uno de los mayores enigmas de la física moderna: la detección de la materia oscura en la Tierra.

Tras décadas ocultos bajo elTras décadas ocultos bajo el Mediterráneo, los lingotes rescatados viven una segunda vida como escudo perfecto para experimentos delicados en el INFN y en el laboratorio subterráneo de Gran Sasso. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La conexión entre un metal tóxico de la antigüedad y la investigación de partículas subatómicas yace en las propiedades únicas del plomo romano. Tradicionalmente, el plomo se utiliza en laboratorios científicos para blindar y aislar los experimentos de la radiación ambiental, gracias a su alta densidad.

Este aislamiento es fundamental para evitar interferencias externas en las delicadas mediciones de partículas. Sin embargo, el plomo moderno, aunque efectivo, contiene trazas de plomo-210, un isótopo radiactivo que puede generar ruido de fondo y entorpecer la captura de señales invisibles, como las que podrían producirse por la interacción de la materia oscura.

El plomo romano, tras permanecer sumergido durante dos milenios, ofrecía una ventaja: toda radiactividad residual de dicho isótopo había desaparecido. Esto lo convertía en un material extraordinario, insustituible incluso frente al plomo más puro de producción reciente. Así, los lingotes recuperados del naufragio serían capaces de proteger las cámaras de detección de manera inigualable, evitando que cualquier partícula radiactiva arruinara los resultados de los experimentos.

El detector de partículas CUOREEl detector de partículas CUORE (Cryogenic Underground Observatory for Rare Events)

La propuesta de Fiorini, sin embargo, desató un debate entre físicos y arqueólogos. Por una parte, estaba el interés científico en aprovechar el plomo para investigaciones de frontera; por otra, la necesidad de preservar intactos los objetos históricos para la posteridad y el estudio del pasado. Cada lingote llevaba estampado un sello en latín, especie de documento de identidad que certificaba su origen, lo que añadía valor patrimonial incalculable.

El punto de entendimiento surgió de un acuerdo entre el INFN y los arqueólogos responsables del hallazgo. El instituto italiano aportaría recursos económicos y apoyo logístico para la recuperación del barco naufragado, y a cambio, podría quedarse con el plomo, con la condición de que cada lingote fuera documentado exhaustivamente y examinado a nivel molecular en busca de contaminantes para precisar su procedencia.

Al respecto, el Dr. Paolo Gorla, físico del INFN, declaró a ABC News Australia que Fiorini y su equipo “no pasaron por alto el valor histórico, por lo que llegaron a un acuerdo con los arqueólogos: con dinero y apoyo del INFN, ayudarían a recuperar el naufragio, pero ellos se quedarían con el plomo”. Los arqueólogos finalmente accedieron, siempre y cuando “cada lingote fuera documentado minuciosamente”.

El uso del plomo romanoEl uso del plomo romano extraído de un naufragio permitió avances inéditos en la detección de partículas, abriendo una nueva etapa para físicos y arqueólogos italianos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Gorla expresó a ABC News Australia: “Lo sorprendente es que las empresas que extrajeron el plomo de la mina estamparon su marca en la parte superior de los ladrillos”, y subrayó que parte del acuerdo consistió en examinar cada lingote a nivel molecular para detectar contaminantes que ayudasen a identificar la mina de origen: “Era como un documento de identidad… ayudó a los funcionarios de patrimonio cultural a reconstruir de qué mina en España se extrajo este plomo”.

Este compromiso permitió avanzar en ambas direcciones: la reconstrucción de rutas comerciales antiguas y la exploración de los misterios del cosmos. Gorla lo calificó como “un intercambio mutuo entre amantes de la historia; solo que el idilio de los arqueólogos era con la historia de Roma, y ​​el suyo con la historia del universo”.

Concluido el proceso de documentación y fundición, en 2010 el INFN se hizo finalmente del anhelado cargamento. La oportunidad se materializó plenamente en el experimento CUORE —Observatorio Criogénico Subterráneo para Eventos Raros—, instalado bajo la montaña Gran Sasso, donde las condiciones y el blindaje ofrecido por el plomo romano fueron determinantes.

Científicos posando con parte delCientíficos posando con parte del antiguo escudo de plomo para CUORE (Cryogenic Underground Observatory for Rare Events)

CUORE mantiene un entorno a temperaturas próximas al cero absoluto y está protegido del bombardeo constante de radiación cósmica por la propia montaña. El escudo de plomo romano, fundido en bloques y dispuesto en torno al detector, elimina eficazmente la radiactividad residual presente en el entorno. Así, se reduce a niveles mínimos la posibilidad de que señales espurias confundan las mediciones en busca de la escurridiza materia oscura.

El funcionamiento de CUORE se basa en la detección de variaciones minúsculas de temperatura provocadas por el contacto de partículas elementales con el material del detector. En este entorno extremadamente silencioso, cualquier interacción produce un leve aumento térmico que puede ser registrado con gran precisión. Gracias al blindaje de plomo antiguo, estos eventos pueden diferenciarse con un grado de sensibilidad inalcanzable con otros materiales.

Hasta ahora, los resultados obtenidos no han permitido identificar partículas de materia oscura, pero el equipo de físicos mantiene la esperanza ante próximas actualizaciones del experimento. El legado del Dr. Fiorini, fallecido en 2023, perdura en la alianza entre la historia antigua y la exploración científica contemporánea. “Podemos afirmar fácilmente que sin la calidad del blindaje, no habríamos podido realizar mediciones al nivel que estamos midiendo ahora”, afirmó Gorla.

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