Cómo interpretar lo que está sucediendo entre Irán e Israel

hace 15 horas 2
El líder supremo del régimenEl líder supremo del régimen de Irán, el Ayatollah Alí Khamenei (Reuters)

El ataque israelí a gran escala contra la infraestructura nuclear de Irán el viernes debe añadirse a la lista de guerras decisivas y trascendentales que han remodelado Oriente Medio desde la Segunda Guerra Mundial y que solo se conocen por sus fechas: 1956, 1967, 1973, 1982, 2023 y ahora 2025.

Es demasiado pronto, y los posibles resultados son tan múltiples, como para decir cómo cambiará el juego de naciones en Oriente Medio por el conflicto entre Israel e Irán de 2025. Lo único que diría ahora es que tanto la posibilidad más optimista -que esto ponga en marcha una serie de dominós que terminen con el derrocamiento del régimen iraní y su sustitución por otro más decente, secular y consensuado- como la posibilidad más pesimista -que incendie toda la región y arrastre a Estados Unidos- están sobre la mesa.

Entre estos dos extremos existe aún una posibilidad intermedia -una solución negociada-, pero no por mucho tiempo. El presidente Trump ha utilizado hábilmente el ataque israelí para decir, en efecto, a los iraníes: “Sigo dispuesto a negociar un fin pacífico para vuestro programa nuclear y quizá os convenga daros prisa, porque mi amigo Bibi está L-O-C-O. Estoy esperando vuestra llamada”.

Dada esta amplia gama de posibilidades, lo mejor que puedo ofrecer a quienes siguen la situación desde casa son las variables clave que voy a seguir para determinar cuál de ellas —o alguna otra que no puedo prever— es el resultado más probable.

Primero: lo que hace tan profundo este conflicto entre Irán e Israel es la promesa de Israel de continuar la lucha esta vez hasta eliminar la capacidad de Irán para fabricar armas nucleares, de una forma u otra.

Irán lo ha provocado, acelerando enormemente el enriquecimiento de uranio hasta alcanzar un nivel cercano al necesario para fabricar armas. Había comenzado a disimular agresivamente esos esfuerzos hasta tal punto que incluso la Agencia Internacional de Energía Atómica declaró el jueves que Irán no estaba cumpliendo con sus obligaciones de no proliferación nuclear, la primera vez que la agencia lo declara en 20 años. Israel ha apuntado con su arma al programa nuclear iraní varias veces en los últimos 15 años, pero cada vez, ya fuera por presión de Estados Unidos o por las dudas de su propio ejército, se echó atrás en el último momento, por lo que es imposible exagerar lo que está sucediendo hoy.

Segundo: la gran pregunta técnica que me planteo es si el bombardeo israelí de las instalaciones de enriquecimiento nuclear iraníes, como Natanz, que están enterradas a gran profundidad, provocó una onda expansiva suficiente como para dañar los amortiguadores de las centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio y dejarlas inoperativas, al menos durante un tiempo. Como mínimo, hay que suponer que el ataque israelí bombardeó las entradas a las instalaciones subterráneas para ralentizar su trabajo. El portavoz del ejército israelí dijo que Israel infligió daños importantes a Natanz, la mayor instalación de enriquecimiento de Irán, pero no está tan claro cómo podría haberse visto afectada Fordow, otra instalación de enriquecimiento, si es que lo ha sido.

Si Israel consigue dañar el proyecto nuclear iraní lo suficiente como para obligar a detener, al menos temporalmente, sus operaciones de enriquecimiento, eso supondría sin duda una importante victoria militar para Israel, lo que justificaría la operación.

Tercero: lo que realmente me interesa tanto es el impacto que este conflicto podría tener en la región, en particular la influencia maligna que Irán ejerce desde hace mucho tiempo sobre Irak, Líbano, Siria y Yemen, donde Teherán ha alimentado y armado a milicias locales para controlar indirectamente esos países y garantizar que nunca avancen hacia gobiernos consensuados prooccidentales.

Eliminar la mano de Irán del cuello de estos regímenes, que comenzó con la decisión del primer ministro Benjamin Netanyahu de decapitar y paralizar la milicia Hezbollah de Irán, ya ha dado sus frutos en el Líbano y Siria, donde han tomado el poder nuevos líderes pluralistas. Por desgracia, ambos se encuentran todavía en una situación frágil, pero tienen una esperanza -también en Irak- que antes no existía. Y su escape de la esfera de influencia de Irán ha sido muy popular entre su pueblo.

Cuarto: Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención de Netanyahu es su perspicacia estratégica como actor en el escenario regional y su incompetencia estratégica como actor local frente a los palestinos. Esto se debe a que, como actor regional, su mente está en gran medida libre de limitaciones ideológicas y políticas. Pero como actor local en Gaza, por ejemplo, su toma de decisiones no solo está influenciada, sino dominada por sus necesidades personales de supervivencia política, su compromiso ideológico de impedir un Estado palestino bajo cualquier condición y su dependencia de la derecha radical israelí para mantenerse en el poder. Por lo tanto, ha empantanado al ejército israelí en las arenas movedizas de Gaza -un desastre moral, económico y estratégico- sin ningún plan para salir de allí.

Quinto: si se pregunta cómo podría afectar este conflicto a sus inversiones para la jubilación, lo que hay que vigilar más de cerca es si Irán intenta desestabilizar la administración Trump tomando medidas para elevar deliberadamente el precio del petróleo a niveles estratosféricos y provocar inflación en Occidente. Por ejemplo, Irán podría hundir un par de petroleros o gaseros en el estrecho de Ormuz o llenarlo de minas marinas, bloqueando así las exportaciones de petróleo y gas. Solo esa posibilidad ya está haciendo subir los precios del petróleo.

Sexto: ¿Cómo es posible que la inteligencia israelí sobre Irán sea tan buena que haya localizado y asesinado a sus dos principales líderes militares, por no hablar de otros altos mandos? Por supuesto, el Mossad y el cibercomando de la NSA israelí, la Unidad 8200, son muy buenos en lo que hacen. Pero si quieres conocer su verdadero secreto, ve la serie Teherán en Apple TV+. Ficcionaliza el trabajo de un agente del Mossad israelí en Teherán. Lo que se aprende de esa serie, que también es cierto en la vida real, es cuántos funcionarios iraníes están dispuestos a trabajar para Israel debido al odio que sienten hacia su propio Gobierno. Esto claramente facilita a Israel el reclutamiento de agentes en los más altos niveles del Gobierno y el ejército iraníes.

Esta realidad no solo reporta beneficios de primer orden, como la precisión de los objetivos del ataque del viernes, sino que también supone una ventaja de segundo orden para Israel: cada vez que los líderes militares y políticos iraníes se reúnen para planificar operaciones contra Israel, cada uno de ellos tiene que preguntarse si la persona sentada a su lado es un agente israelí. Esto ralentiza mucho la planificación y la innovación.

A esto hay que añadir el hecho de que el líder supremo de Irán acaba de ver asesinados a sus dos generales más importantes: el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria. Sin duda, es consciente de que Israel podría eliminarlo. Por lo tanto, hay que suponer que se encuentra escondido en algún búnker, lo que también debe ralentizar la toma de decisiones.

Séptimo: si Israel fracasa en este empeño -y por fracaso me refiero a que el régimen iraní resulte herido pero siga siendo capaz de reconstituir su capacidad para fabricar un arma nuclear e intentar controlar las capitales árabes-, podría significar una guerra de desgaste entre los dos ejércitos más poderosos de la región. Esto haría que la región fuera aún más inestable que nunca, agravando las crisis petroleras y posiblemente provocando que Irán arremeta contra los regímenes árabes proestadounidenses y las fuerzas estadounidenses en la zona. Eso no dejaría otra opción a la Administración Trump que intervenir, probablemente con el objetivo no solo de poner fin a esa guerra, sino de acabar con el régimen iraní. Entonces, quién sabe lo que pasaría.

Por último, a diferencia de lo que ha ocurrido en Gaza, Israel ha hecho todo lo posible por evitar la muerte de un gran número de ciudadanos iraníes, porque, en última instancia, Israel quiere que descarguen su ira contra su régimen por malgastar tantos recursos en la construcción de un arma nuclear, y no contra Israel.

En un vídeo grabado en inglés poco después del ataque, Netanyahu se dirigió directamente al pueblo iraní: “No os odiamos. No sois nuestros enemigos. Tenemos un enemigo común: un régimen tiránico que os pisotea. Durante casi 50 años, este régimen os ha robado la oportunidad de una vida mejor”.

Los iraníes no se van a sentir inspirados por Netanyahu, pero no cabe duda de que este ya era un régimen impopular y no se puede predecir lo que puede pasar ahora que ha sido humillado militarmente por Israel. Hace solo tres años, el régimen clerical iraní detuvo a más de 20 mil personas y mató a más de 500, algunas de ellas ejecutadas, en un intento por sofocar un levantamiento popular que estalló después de que la “policía moral” del régimen detuviera a Mahsa Amini, una mujer de 22 años, por no cubrirse completamente el cabello con el velo obligatorio. Murió bajo custodia.

De cara al futuro, las dos lecciones más importantes que se pueden extraer de la historia son: los regímenes como el de Irán parecen fuertes hasta que dejan de serlo, por lo que pueden caer rápidamente. Y en Oriente Medio, lo contrario de la autocracia no es necesariamente la democracia. También puede ser un desorden prolongado. Por mucho que me gustaría ver derrocado a este Gobierno, hay que tener cuidado con los pilares que caen.

(C) The New York Times.-

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