Cómo influyen los sentidos y la percepción en la construcción de la realidad cotidiana, según la neurociencia actual

hace 2 horas 1

En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, el médico y psiquiatra forense Miguel Gaona reflexionó sobre cómo el cerebro construye la realidad y por qué lo que percibimos no siempre se corresponde con la realidad. Explicó que vivimos “encerrados en un cráneo”, interpretando el mundo a través de cinco sentidos que muchas veces nos engañan, y advirtió que la manera más fácil de manipular a alguien es haciéndole creer lo que ve. Habló también sobre la inteligencia artificial como nuevo escenario de confusión perceptiva y sobre la existencia de “falsos recuerdos”.

Además, abordó cómo gestionar las emociones sin darles “carta de validez”, proponiendo observarlas como fuegos artificiales que aparecen y se disuelven, y defendió la importancia de tener múltiples pilares de vida para mantener el equilibrio mental. El episodio completo puede escucharse en Spotify y YouTube.

Miguel es reconocido por su labor clínica, divulgativa y como autor. Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, ha centrado su trabajo en el estudio de la neurociencia aplicada a las experiencias cercanas a la muerte y a las adicciones. Dirige el Instituto Puerta de Alcalá y la división Neurosalus, donde impulsa el uso de técnicas avanzadas como la estimulación magnética transcraneal (MAGTRA). Además de su actividad clínica, ha sido colaborador habitual en diversos medios de comunicación, ha publicado varios libros y fundó la revista Educar Bien, consolidándose como una voz referente en los debates sobre salud mental y neurociencia en España.

El equilibrio entre emociones, razónEl equilibrio entre emociones, razón y propósito fortalece la salud mental según la neurociencia (Imagen Ilustrativa Infobae)

—Quisiera comenzar con una frase que te escuché decir: “La realidad es una percepción psíquica”.

—Porque para entender muchísimos procesos sobre la mente humana, sobre la psicología, la psiquiatría, hay que entender cómo se genera la realidad. Nuestro cerebro está encerrado en una caja de calcio que se llama cráneo. Y tiene cinco sentidos, que a veces funcionan más o menos, además, no funcionan a full todo el tiempo. Es como en un teatro de sombras, de hecho, autores griegos lo representaban así: se genera, a partir de los sentidos, una fusión de todos ellos con la que se construye la realidad.

Ahora mismo nos estamos viendo y hay telespectadores que no están viendo, pero lo que están viendo es una imagen, una imagen que se proyecta dentro de su cerebro. Así de claro. Lo que ves no es necesariamente lo que está ocurriendo eso. De hecho, la manera más fácil de engañar a alguien es si lo ve. En los magos hay un acuerdo tácito, de que yo sé que tú me estás engañando y yo lo acepto, que es un juego. Pero, ¿qué pasa cuando no sabes que el otro es un mago y te está engañando?

—¿En qué otra situación podría darse eso?

—Estamos viéndolo con la inteligencia artificial, para empezar. “Lo he visto, pero ¿será verdad?” No es verdad. Pero en muchísimas otras situaciones en las cuales tu capacidad de discernimiento es muy baja, no puedes realmente llegar a saber qué es verdad y qué no es verdad. Aparte hay distorsiones cognitivas. Todos queremos a veces creer que algo es verdad. Entonces, esa creación de la realidad es una cosa muy, muy delicada. Muchas veces, como forense, lo ves en los juicios de alguien te dice: “Yo es que lo vi esto allí”, tal y cual. Y tú lo pones en duda, porque realmente la realidad es lo que a veces recuerdas, que no tiene por qué corresponderse con lo que ocurrió. Lo que no solamente recuerdas, sino lo que más te impactó.

De hecho, el famoso director Akira Kurosawa tiene una película de los años 50, se llama Rashomon, en la que tres testigos observan un crimen y luego los tres van a un juez y le van contando qué es lo que vieron. Es muy llamativo porque ninguno de los tres miente, todos dicen la verdad y son distintas verdades.

—¿Cómo hacés, como médico forense, cuando se te presenta una situación de este tipo?

Intento no solamente escucharles, que lo hacemos evidentemente, sino contextualizarlo, ver qué intereses puede haber en un momento dado para corromper el relato, para saber realmente qué parte puede ser verdad, qué parte puede ser no tan cierta, qué parte te están intentando engañar también. Y en eso hacemos una serie de cuestiones que ya están protocolizadas, de tests, en los que además hay unas variables que miden, por ejemplo, la sinceridad de qué es lo que están contestando, etcétera. Y es muy curioso, porque además todos los humanos tenemos una figura que se llama los falsos recuerdos. Son recuerdos que nunca existieron, pero sin embargo les damos un índice de veracidad tremendamente profundo. Hasta el punto, todos lo habremos observado. Cuando volvemos a aquella casa de cuando éramos niños y realmente vemos el salón era distinto y sin embargo era el mismo salón. Tu recuerdo, que está generando ese concepto de realidad, evidentemente está sesgado. Santa Teresa creo que era la que decía: “La cabeza es la loca de la casa”. No es un tema sencillo. Yo creo que tiene que con diversas variables.

En primer lugar, si controlamos lo que hacemos, si controlamos nuestro futuro, si estamos anclados en el pasado para saltar a ese futuro, si tenemos éxito en nuestras actividades diarias, algunas de ellas que son de todos conocidos y notables en nuestra vida profesional. ¿Por qué nuestra vida profesional? Porque nuestra vida profesional tiene que ver mucho con la autoestima. Cuando somos niños, con la vida colegial, qué es el tener éxito en ello. Es el eje de la autoestima, la sensación de ser capaz, de enfrentarse a los desafíos y poderlos sacar adelante. Eso es fundamental.

Luego hay otro factor, creo que es importante y sin lugar a dudas, es el factor emocional. El tener las emociones, tomarlas en consideración. Pero creo, esto es algo que es políticamente incorrecto de lo que corre hoy en día, pero no darles necesariamente categoría de validez. Las emociones son como fuegos artificiales, o sea, son super llamativas, con luces. “Ay, es que estoy enamorado, es que siento esto, siento lo otro”. Digo: “Bueno, vale, vale. Usted lo siente”. A veces se puede sentir cosas muy malas. Quiero matar a una persona, quiero hacerle la vida imposible. Pero son emociones, emociones que se dan además y se generan en las partes más primitivas del cerebro, por ejemplo, en la amígdala cerebral.

Entonces, eso es interesante, pero creo que no hay que darles carta de validez. Creo que hay que someterlas a un periodo de cuarentena. Es decir, ¿lo que siento es cierto? Una de las más extremas, evidentemente, es la estar enamorado, que muchas veces no difiere mucho de un proceso psicótico. Suena un poco raro y romántico. Me refiero al proceso psicótico en el sentido de perder contacto con la realidad. A la hora de tener una salud mental, es como tener una mesa con cuatro patas. Imaginemos que tiene la parte económica, la parte espiritual, las amistades, la parte profesional. Si le damos un golpe, va a resistir relativamente bien. Pero muchas veces hay mesas de una pata, en los bares, por ejemplo, que a veces te descuidas, le das un golpe. Hay personas que en un momento dado gestionan ese eje suyo sobre, por ejemplo, el dinero, la parte material. El día que quiebra Wall Street, se tiran por la ventana o acaban en el psiquiátrico, poco menos. Otros gestionan solo lo emocional... El día que pillas a tu pareja o que te deja o que está con otro o con otra, se te ha caído el mundo. Creo que cuanto más patas tenga la mesa, mejor salud emocional vas a tener. Poner todos los huevos en la misma cesta no es una buena idea.

—Hablábamos de cuándo es más inteligente no prestarles tanta atención, sino dejarlas pasar. Hemos vivido tantas emociones a lo largo de la vida que, en teoría, deberíamos tener cierta experiencia, y sin embargo, siempre volvemos a caer en la trampa de creer que, cuando sentimos una emoción, va a durar para siempre. ¿Cómo se puede trabajar eso?

—Para empezar, tener consciencia de que justamente esa emoción es, como dije, un fuego artificial. Es algo artificial que existe en tu cerebro. Es verdad que existe en tu cerebro, pero que a lo mejor no tiene mayor trascendencia. Puedes tener malestar pasajero, tener ganas de romper con tu pareja, pegarle un palo al otro, lo que sea. Pero si te modulas un poco, si te frenas, pasa como una ola.

El primer factor es saber que esto ocurre. No darle carta de veracidad, saber que es un fuego artificial. Segundo lugar: darse tiempo porque muchas emociones pasan, se disuelven como tantas otras por las que, aunque parezca mentira, hubiésemos dado la vida. Por otro lado, en el otro extremo, el hacer todas las cosas solo con la cabeza lleva aquello que Ortega decía de los monstruos de la razón. Querer tener soluciones de tipo que aparentemente son prácticos, caes en ser tan práctico, tan cerebral que acabas cometiendo verdaderas atrocidades.

Entonces yo creo que tiene que haber ahí un ser espectador de las propias emociones sin dejarse arrastrar por ellas y luego intentar sopesar ambas cuestiones. Las emociones son muy bonitas, pero son a veces como una agencia de viajes. Es decir, te ofrecen irte al Caribe y ves las fotos y todo es super bonito. El agua transparente, pero llegas allí y a lo mejor te roban la cartera, te pican todos los mosquitos, te pillas una intoxicación alimenticia en el bufé libre del hotel y acá no era tan bonito como en un principio. Yo creo que eso te lo va dando poquito a poco la madurez, pero sobre todo a romper el mito de la importancia de las emociones. Son tan, tan, tan importantes. No seamos bobos, son importantes, pero no creo que sean o debieran ser el eje de nuestra vida.

Para el experto, descansar yPara el experto, descansar y respetar los ritmos circadianos es fundamental para la salud integral (Imagen ilustrativa Infobae)

—¿Qué cosas te ayudan a llevar una buena vida? ¿Cuáles son esas cosas fundamentales y cuáles incorporaste en el último tiempo gracias a la experiencia?

Las fundamentales son aquellas que ayudan a la vida biológica, a la supervivencia

Parece una tontería, pero no lo es. Yo creo que transgredimos las leyes más naturales. Un ejemplo: dormimos poco, eso facilita que nuestro ritmo circadiano esté muchas veces patas arriba. Hay una higiene mental, que eso es lo fundamental. Es decir, respetar los ritmos circadianos sería lo ideal. Eso es ya para empezar. Además, tiene que ver mucho con temas depresivos, con ritmos de cortisol diurno, melatonina por la noche, etcétera. Obviamente comer sano, hacer ejercicio, tener esas relaciones. Pero sobre todo me inclino, fíjate, lo más básico en principio, son aquellas cuestiones que facilitan, que nos mantienen vivos. Es que si no estamos vivos ya puedes olvidarte del resto de las cuestiones y los humanos tendemos muchas veces a engancharnos, lo vemos todos los días a, por ejemplo, actividades que ponen en riesgo nuestra vida porque pegan un verdadero subidón de adrenalina. Eso es muy adictivo. Todos conocemos deportes que hay muertos cada dos por tres. Y que no tienen absolutamente ningún sentido, pero cada uno luego lo extrapola a su propia vida.

Yo creo que fundamentalmente el facilitar todo aquello que nos mantenga vivos. Yo sé que suena muy básico, pero si hacemos un autoexamen nos vamos a dar cuenta de que muchas veces no es así. Tomamos drogas, mucho alcohol, no dormimos, etcétera. Y luego, claro, efectivamente pasa lo que pasa. La falta de ejercicio es fundamental. Hay, por ejemplo, tres estudios, uno de la Universidad de Harvard, otro de NorthTexas creo y uno de Columbia en el que se observa como el ejercicio diario, y no excesivo tampoco, estamos hablando de ni siquiera ir a un gimnasio. Caminar veinte minutos por la mañana y veinte minutos por la tarde hace que muchas personas que están tomando antidepresivos lo puedan reducir a la mitad, algunos incluso quitárselas y en otros actúa como un preventivo de tener efectivamente una depresión.

Pero hay otro factor también importante y es tener un sentido a tu vida, es decir, saber por qué estás vivo. No simplemente estás vivo para ganar dinero y gastártelo muchas veces en tonterías. Eso produce mucha ansiedad porque hay diversas estructuras dentro de nuestra mente. No voy a hablar ya del cerebro, es la parte más, que no se puede tocar. El no tener en un momento dado un objetivo, una razón por la que vivir es realmente problemático. Y eso, esas partes más íntimas de nuestro cerebro se da cuenta de ello. Y por mucho que tú quieras engañarle, te va a producir una sensación de insatisfacción. A lo mejor acabas teniendo mucho éxito en lo que estás haciendo y te acabas comprando un súper deportivo descapotable y no sé qué, no sé cuánto. Pequeña curiosidad, los ricos se suicidan igual que los pobres en cuanto a proporción, con esto no estoy negando que sea excelente tener dinero. Pero, ¿hasta qué punto muchas veces nos engañamos a nosotros mismos, no hacemos lo que siempre hemos soñado? Y eso tiene que ver muchísimo con ese propósito de la vida.

—Volviendo al principio de nuestra conversación sobre la manera de percibir la realidad a través de los cinco sentidos: hay mucha gente que tiene más desarrollado uno que otro, y tendría sentido pensar que existen más sentidos, solo que los humanos no los tenemos. ¿Hay, por ejemplo, animales o casos comprobados de especies que tengan otro tipo de percepción que a nosotros se nos escapa?

Sin lugar a dudas. Es decir, todos conocemos el comportamiento de los animales, por ejemplo, antes de un terremoto, eh, cuando va a ocurrir una tragedia y cuestiones así. Si es que date cuenta que una abeja ve los ultravioletas, una cobra ve los infrarrojos. Entonces su mundo es totalmente real, pero no se parece al nuestro. Nosotros damos carta de realidad al nuestro, porque es lo que estamos acostumbrados. Pero no tiene que ser necesariamente de esa manera. Un murciélago con ultrasonidos va volando perfectamente. Ya quisieran muchos con dos ojos volar con tanta precisión como un murciélago. Es decir, nuestros sentidos no solamente nos engañan muchas veces, sino que nos dan una percepción. Es que es esencial entender lo que es el principio. Vivimos encerrados en un cráneo. Vivimos encerrados en un cráneo. Los colores no existen como tal. En principio, no sabemos si existen, son longitudes de onda. Los sonidos tampoco existen, son vibraciones del aire. En cuanto creamos el vacío, no hay sonidos. En el espacio no hay sonidos.

— Es muy común escuchar en temáticas de bienestar la frase “reprogramá tu cerebro”. ¿Cuánto se puede reprogramar el cerebro y de qué estamos hablando?

Es que el cerebro realmente es plástico. Tú puedes aprender un idioma, aprender a tocar el violín o puedes andar en bicicleta y eso lo estás reprogramando. Ahora, la mayor parte de las veces se utiliza el término reprogramar de una manera positiva, o sea, reprogramarlo para estar mejor, claro, no para estar peor, lógicamente. Y por otro lado, creo que a veces también se abusa de estos términos. Se ponen de moda y de repente la gente dice: “Vamos a reprogramar”. Y de toda la vida los humanos hemos reprogramado, es decir, hemos nacido con nuestro cerebro, que tiene más cosas en común con nuestros ancestros, nuestros padres, de lo que nos creemos.

El cerebro no nace virgen, sino tiene cierta inercia. Eso también hay que entenderlo en cuanto a inteligencia, en cuanto a carácter, ciertas cositas que no es tan fácil de que nacemos todos igualitos. Y, como es plástico, tú vas a crear nuevas conexiones y que a este proceso se le llama aprendizaje de toda la vida. Puedes aprender en un sentido o puedes desaprender en otro. La verdad que desde mi punto de vista es más difícil desaprender que aprender. Hay técnicas de desprogramación, muchas veces algunos se llaman de refuerzo, otras de desensibilización sistemática. El problema a veces es que el cerebro cuando ha aprendido ciertas cosas, se queda para, a veces casi casi, por no decir siempre hasta el resto de tu vida. Pueden pasar años sin montarse en una bicicleta y un día te vas a Ámsterdam y de repente dices: “Es que no sé si alquilar, arrendar una bici, porque llevo tantos años sin tocarla”. Bueno, no te preocupes, arréndala. En pocos instantes vas a estar pedaleando como una campeona. ¿A qué se debe eso? En su día aprendiste a andar en bicicleta. Eso hazlo extensivo a muchísimas otras cosas que has aprendido. Y existen las conexiones de una cosa compleja, casi como el caminar, andar en bici, el equilibrio, la pierna derecha, la pierna izquierda, los brazos. Es decir, tiene historia. Es muy difícil que te pudieran hacer olvidar andar en bicicleta.

Los sentidos permiten interpretar elLos sentidos permiten interpretar el entorno, aunque otras especies pueden percibir realidades diferentes (Imagen Ilustrativa Infobae)

—Miguel, voy a pasar a la última pregunta que les hago a todos los invitados que pasan por este pódcast. Es una pregunta muy abierta: si pudieras dejarnos algo para compartir. Puede ser algo que en el último tiempo te sorprendió, te dejó pensando, una idea en la que venís reflexionando o algo que te conmovió. Lo que sea que sientas valioso dejar hoy, para compartir.

En los últimos años, dentro de ese estudio de la conciencia, estoy estudiando el tema de las posesiones diabólicas, aunque suene muy terrorífico. En relación a los exorcismos y todo eso. Una cosa que me impacta es la forma como los sacerdotes son capaces en muchas ocasiones, no sé si utilizar la palabra curar, pero sacar adelante alguien que cree, ni siquiera le voy a dar carta de veracidad absoluta, pero que cree estar poseído. Y me refiero a esto que es tan importante porque me ha hecho reflexionar mucho acerca de esa curación espiritual, que entre paréntesis, cada vez hay más profesionales que la integran en su terapia, cómo ese gran chamán, cómo ese gran sacerdote, cómo esa persona que tiene esas creencias, mejora. Porque le damos mucha veracidad a la pastilla, al fármaco, a la estimulación magnética y tal y cual. Pero te habrás dado cuenta que muchas veces un abrazo te puede tranquilizar mucho más que la mejor de las pastillas.

O una palabra o una noticia te puede realmente matar. Y hay gente que muere con eso. Y eso nos da una trascendencia. Nos da una trascendencia de que quizá todavía en la ciencia, particularmente en la psiquiatría, en la psicología, nos queda mucho por aprender para integrar ese tipo de cosas en la ciencia más ortodoxa. Porque la ciencia, y más aún todavía con todos los descubrimientos de la física cuántica, etcétera, debería de integrar la magia. No la magia de sacar un conejo de una chistera, sino muchas cosas al día de hoy son mágicas, pero en un futuro no lo van a ser, van a ser cosas que están integradas. Entonces, ese binomio de espiritualidad y ciencia creo que es lo que más me llama la atención ahora mismo. Creo que debe ser integrado. Creo que la ciencia debe de empaparse de espiritualidad, que está demostrado durante siglos, que es una parte muy importante. La vida es como te dé la gana, pero es una parte muy importante de los seres humanos.

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