Facundo Pereyra, médico clínico, especialista en medicina interna y gastroenterología, sostuvo que muchos de los síntomas de agotamiento crónico que afectan a la población hoy tienen su origen en el mal funcionamiento del intestino, provocado por una dieta deficiente y hábitos de vida poco saludables.
En diálogo con Infobae en Vivo, el también influencer en redes sociales propuso una estrategia sencilla y accesible que bautizó como “reseteo intestinal”, que consiste en una intervención alimentaria de siete días para desinflamar el intestino y recuperar el bienestar físico y mental: “Muchas personas viven cansadas, hinchadas, con alergias, dolor de cabeza, sin saber que el intestino puede ser la causa. Por eso, este protocolo ha ayudado a miles a sentirse bien en solo una semana”.
Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la tarde, que cuenta con la conducción de Jesica Bossi, Diego Iglesias, María Eugenia Duffard y Federico Mayol.
“La mayoría de la población está mal de salud o vive acostumbrada a sentirse mal. Hay una epidemia de síntomas extraños: cansancio, hinchazón, infecciones recurrentes, alergias, dolores musculares y articulares. Muchos de estos problemas se vinculan con un intestino hiperpermeable que filtra toxinas a la sangre”, explicó Pereyra.

Según su enfoque, respaldado por la llamada “medicina funcional” que tiene gran desarrollo en Estados Unidos, el intestino es mucho más que un órgano digestivo. Actúa como filtro inmunológico y emocional.
“El 70% de nuestras defensas, los leucocitos, viven en la pared intestinal. Cuando está inflamado, nuestro sistema inmunológico se deprime o se vuelve hiperactivo. Podemos tener desde infecciones urinarias a herpes, o por el otro lado, zumbidos, hormigueos, adormecimientos. Es vital escuchar al intestino”, afirmó.
Pereyra explicó que el protocolo consiste en siete días sin consumir gluten, azúcar, café, mate, carne ni alimentos ultraprocesados. En su lugar, se propone una dieta simple a base de huevo, jamón, tomate, frutas, verduras, semillas y alimentos naturales sin aditivos. El objetivo es “darle vacaciones al intestino” y permitir que se regenere.
“En una semana puede desaparecer la hinchazón abdominal, la fatiga, la adicción al azúcar o a la harina. Muchos bajan de peso, duermen mejor, y comienzan a descubrir qué alimentos les generan síntomas”, señaló. Para Pereyra, este reseteo debería hacerse al menos una vez en la vida, especialmente si la persona presenta algún síntoma crónico.
No es una dieta estricta ni permanente, aclaró, sino una herramienta para aprender a identificar la relación entre lo que se consume y cómo uno se siente. “Después del reseteo, se reincorporan los alimentos gradualmente. Ahí cada persona va viendo qué le hace bien y qué le cae mal. Hay personas que pueden seguir comiendo de todo, pero otras deben aprender a dosificar o reemplazar”, explicó.

Uno de los focos de la propuesta de Facundo Pereyra es la crítica al consumo excesivo de trigo refinado y azúcar, presentes en la mayoría de las dietas actuales. “El trigo de hoy no es el mismo que el de hace 50 años. Tiene más gluten, es más inflamatorio. Sumado al azúcar, que no aporta nutrientes y dispara la insulina, generamos un combo que desgasta al cuerpo”, argumentó.
Frente a la consulta sobre posibles reemplazos, recomendó harinas de arroz, quinoa o trigo sarraceno, y enfatizó que comer sano no necesariamente es más caro: “Cuando te acostumbrás a las frutas, verduras, legumbres, carnes magras, huevos y pescados, ahorrás en medicamentos, analgésicos y visitas al médico. Es una inversión en salud”.
Además, señaló que eliminar estos alimentos puede ayudar incluso en patologías que parecen no tener relación directa con la alimentación: “Tenemos testimonios de personas que mejoraron de depresión, artritis, fascitis plantar, tinnitus o infecciones urinarias, solo cambiando la dieta y sumando magnesio. Son resultados increíbles”.
Uno de los minerales clave en su enfoque es el magnesio, cuya deficiencia, según Pereyra, está infradiagnosticada. “Hay gente con análisis normales pero que presenta insomnio, calambres, contracturas, constipación, ansiedad. El magnesio es el mineral del relax, cuando falta, el cuerpo entra en tensión. Suplementarlo es barato y puede ser milagroso en muchos casos”, afirmó.
Insistió en que hay que pensar más allá de los análisis tradicionales y mirar los síntomas como señales de alerta. “Si alguien duerme ocho horas y se levanta agotado, si siempre está contracturado, si tiene dolor de cabeza crónico, hay que sospechar de un intestino alterado o una carencia como el magnesio”, dijo.
Uno de los ejes conceptuales más fuertes de la entrevista fue la idea del intestino como “segundo cerebro”, no solo por la cantidad de neuronas que contiene, sino porque su mal funcionamiento puede afectar el estado de ánimo. “Hay personas que se hinchan y se ponen de mal humor. Es una vía de doble sentido: del intestino al cerebro y del cerebro al intestino. Lo que comemos nos puede poner tristes, irritables, ansiosos”, explicó.

Este enfoque también contempla el impacto del estrés crónico, los cambios hormonales (como el embarazo o la menopausia), el uso de antibióticos y analgésicos, o la extirpación de la vesícula, como factores que alteran la microbiota intestinal, es decir, el ecosistema de bacterias que protege y regula la salud digestiva e inmunológica.
Cuando esa microbiota se desequilibra, se pierde su capacidad de defensa, y es ahí cuando el intestino “se pincha”, filtra más de lo que debe, y se convierte en una fuente de síntomas sistémicos.
Pereyra dejó en claro que su propuesta no busca reemplazar la atención médica tradicional, sino complementarla: “Yo no digo que no vayas al médico o que no tomes los medicamentos. Lo que digo es que mientras hacés todo eso, podés sumarle este protocolo que es natural y efectivo. No se trata de reemplazar, sino de potenciar”.
Destacó que muchos pacientes con enfermedades crónicas son derivados a planes de este tipo por médicos funcionales en otros países, algo que recién ahora comienza a discutirse en la Argentina.
El “reseteo intestinal” —según Pereyra— es más que una moda: es una herramienta para mejorar la calidad de vida de miles de personas que viven con síntomas ignorados o minimizados por el sistema de salud convencional. “No se trata de tener un diagnóstico, se trata de sentirse bien”, afirmó.

El médico clínico y gastroenterólogo realizó una advertencia en relación al uso sin control médico del Ozempic (Semaglutida), un fármaco que ha ganado popularidad por sus efectos en la pérdida de peso. “El gran problema es que la persona que usa el programa para bajar de peso consume músculo”, afirmó Pereyra. Y añadió: “Si vos no te ponés las pilas con comer proteínas y muscular, se te consume el músculo, y eso es peligroso para la salud”.
Pereyra profundizó sobre los factores que podrían influir en los nuevos paradigmas de salud, en un momento donde proliferan tendencias alimenticias y farmacológicas que prometen cambios rápidos pero no siempre sustentables ni seguros.
El especialista sostuvo que aunque se trata de “una gran droga”, está siendo mal utilizada: “Hay muchas personas que lo están usando mal, en lugar de hacer dietas, van toda la semana con la medicación, y eso está mal”. Aclaró que esta droga debe usarse “cuando el paciente ya hizo todo: dieta, ejercicio, incluso probó estrategias como la cetogénica o la low carb, y aún así no logró bajar de peso”.
El problema de fondo, según señaló, es que la pérdida de masa muscular por el uso indebido de este tipo de tratamientos genera un cuadro peligroso: “El músculo genera mioquinas, que son sustancias que ayudan al cuerpo a mantenerse saludable. Si lo perdés, el cuerpo se inflama y tenés más posibilidades de enfermarte. Por eso los médicos insistimos tanto en muscular”.

A modo de recomendación concreta, Pereyra fue contundente: “Tenemos que mirarnos al espejo y por lo menos una vez por semana hacer cinco series de cada músculo con una intensidad moderada o fuerte. No se trata solo de estética, sino de salud”.
En su análisis, Pereyra remarcó que existe un protocolo claro: primero dieta, luego ejercicio, con la guía de un profesional. “Después, si no hay resultados, se puede pensar en medicación o incluso en cirugía bariátrica. El problema es que a veces la gente se saltea todos esos pasos”.
En el mismo bloque, el especialista abordó otras tendencias en auge, como la dieta cetogénica o keto, que describió como “espectacular para algunos casos”, especialmente en el campo de la neurología, la depresión y la epilepsia. “Hoy la psiquiatría nutricional ama esa dieta porque ayuda a muchos pacientes con esquizofrenia, mejora el ánimo, la migraña, la visión borrosa”.

No obstante, Pereyra advirtió que la dieta cetogénica “no es recomendable a largo plazo”: “Es socialmente difícil de sostener, corta de nutrientes y tiene mucha grasa saturada, lo cual puede generar problemas cardiovasculares”. Por ello, recomendó una estrategia conocida como ceto cycling, muy difundida en Estados Unidos: “Un mes de keto, después se sale, se agregan plantas, frutas. Porque también hay que cuidar la microbiota, que se empobrece con la keto”.
Ante la consulta sobre el tiempo ideal para seguir esta dieta, Pereyra fue claro: “Un mes. después hay que salir, no es algo para hacer todo el año”. Reafirmó que estas estrategias deben estar guiadas por profesionales, especialmente cuando hay patologías de base.
En otro tramo de la entrevista, el médico se refirió al auge del diagnóstico de SIBO, una condición digestiva que ganó visibilidad recientemente, sobre todo a partir de testimonios de famosas que visibilizaron la problemática. Según explicó, “el SIBO siempre existió, pero ahora se está diagnosticando más porque apareció un dispositivo que soplás y te dice cuántas bacterias tenés en el intestino delgado, donde no debería haber”.
Aun así, aclaró que el test tiene limitaciones: “Tiene un 30% de falsos negativos y un 30% de falsos positivos, entonces no es tan confiable. Hay que sospechar de SIBO en personas con dolores de panza, diarrea, distensión, pero no correr a medicar”.

La propuesta de Pereyra frente a un posible caso de SIBO es empezar con cambios de hábitos: “Antes de dar antibióticos, siempre hago una prueba de siete días con alimentación saludable y gestión del estrés. Si mejora, no es necesario medicar. Si no mejora, entonces sí se da el antibiótico”. También reveló que su próximo libro estará centrado en esta temática: “Acabo de terminar mi quinto libro y será sobre el SIBO”.
A lo largo de la entrevista, Facundo Pereyra insistió en una idea madre: el rol clave de la medicina personalizada y de los hábitos sostenidos en el tiempo. “El paciente que hace todo bien y no baja de peso necesita ayuda, pero no hay soluciones mágicas ni atajos saludables. La ciencia ya estipuló y protocolizó el camino. El problema es que muchas veces, la gente se lo saltea”.
Frente a un escenario en el que la salud y el bienestar son temas centrales en la agenda pública, Pereyra llamó a desmitificar y revalorizar el trabajo de fondo: “No es solo bajar de peso. Es hacerlo cuidando el cuerpo, el músculo, el metabolismo. Y eso no se logra sin disciplina ni conocimiento”, cerró.
Infobae en Vivo te acompaña cada día en YouTube con entrevistas, análisis y la información más destacada, en un formato cercano y dinámico.
• De 9 a 12: Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.
• De 18 a 21: Jesica Bossi, Diego Iglesias, María Eugenia Duffard y Federico Mayol.
Actualidad, charlas y protagonistas, en vivo. Seguinos en nuestro canal de YouTube @infobae.La entrevista completa a Facundo Pereyra la podés encontrar en este enlace.