
Identificar un jefe manipulador no siempre resulta sencillo. El lugar de trabajo puede transformarse en un espacio inseguro sin que los empleados logren determinar la causa de su malestar.
Surgen sensaciones de incomodidad, tensión y duda sobre la propia memoria que son difíciles de expresar a los compañeros. Estas experiencias constituyen indicios de gaslighting laboral, una forma de manipulación psicológica que debilita la confianza, la percepción y la autonomía de los subordinados.
El gaslighting se manifiesta de manera gradual y sutil. Un día, el supervisor elogia; al siguiente, critica sin motivo aparente. Este patrón provoca que incluso trabajadores competentes cuestionen sus habilidades y decisiones.
La jerarquía dentro del entorno laboral facilita que la manipulación pase desapercibida, mientras los empleados experimentan fatiga emocional, confusión y sensación de aislamiento.
De acuerdo con el análisis del psicólogo Mark Travers para Forbes, evaluar este fenómeno, investigadores desarrollaron el Cuestionario de Gaslighting en el Trabajo (GWQ). Se trata de una escala de 12 ítems diseñada para identificar comportamientos manipulativos en entornos laborales, aunque estos parezcan inocuos o triviales.

El GWQ se centra en dos dimensiones principales:
- Trivialización: minimizar o burlarse de las preocupaciones del empleado.
- Aflicción: dirigir culpa, control e imprevisibilidad hacia el subordinado.
Cada ítem se califica en una escala de “totalmente en desacuerdo” a “totalmente de acuerdo”. Si el empleado coincide con la mayoría de las afirmaciones, existe una alta probabilidad de estar expuesto a manipulación psicológica por parte del supervisor.
1. Desviar la culpa hacia ti: entrar con una preocupación y salir acusado de ser parte del problema indica manipulación. Este patrón genera autoculpa y refuerza el control del jefe sobre el subordinado.
2. Decir que estás “imaginando cosas”: cuando el supervisor desestima las preocupaciones como imaginarias o triviales, se establece como árbitro de la realidad, generando tensión entre la percepción propia y la “verdad” impuesta.
3. Comentarios degradantes seguidos de recompensas: alternar insultos y elogios provoca dependencia emocional hacia el supervisor. Los empleados se sienten insignificantes pero bajo control, ajustando su comportamiento para obtener aprobación.

4. Palabras que no coinciden con acciones: cuando las declaraciones del jefe no se cumplen con hechos, se introduce ambigüedad que facilita mantener autoridad y controlar la narrativa de los acontecimientos.
5. Negar promesas previas: el supervisor evita compromisos anteriores, generando un entorno donde los empleados confían únicamente en sí mismos y sienten aislamiento e impotencia.
6. Restar importancia a quejas: desestimar preocupaciones, incluidas las formales, es una forma de trivialización. Los subordinados internalizan la sensación de que sus experiencias no merecen atención, reforzando el poder del manipulador.
7. Tergiversar lo que dijiste: alterar el relato del empleado transforma la dinámica de la oficina. Los trabajadores deben defender sus palabras e intenciones, aumentando la presión emocional y la incertidumbre sobre cómo serán interpretadas sus acciones.

8. Control innecesario sobre decisiones: la microgestión constante reduce la autonomía y limita la confianza en el propio juicio. La tensión psicológica se vuelve sostenida y afecta la capacidad de tomar decisiones de manera independiente.
9. Convertirte en tu peor crítico: la exposición repetida a la manipulación genera autocrítica excesiva. Minimizar los logros mantiene al empleado atrapado en un ciclo de duda y ansiedad, donde el autocuestionamiento reemplaza la confianza.
10. Dependencia para tomar decisiones: el jefe rechaza ideas originales y fomenta el cumplimiento absoluto. Su opinión se convierte en la última palabra, limitando la iniciativa de los subordinados y consolidando el control sobre sus acciones.

11. Agotamiento emocional: el desgaste mental y físico es un efecto directo de la manipulación. La resiliencia disminuye, la productividad se ve afectada y los síntomas pueden extenderse a la vida personal, generando consecuencias en la salud emocional y física.
12. Volatilidad emocional: la alternancia entre amabilidad y crueldad mantiene a los empleados en alerta constante. Su comportamiento se ajusta al estado de ánimo del supervisor en lugar de centrarse en la tarea, reforzando la dependencia y el control del manipulador.
Estas conductas generan un entorno laboral donde los empleados dudan de sus capacidades, experimentan fatiga emocional y deben adaptarse al comportamiento del supervisor.
Herramientas como el GWQ permiten identificar estas señales y comprender la magnitud del gaslighting, proporcionando un marco objetivo para reconocer la manipulación psicológica en el trabajo y su impacto sobre la autonomía y la confianza de los subordinados.