
La red vial en Estados Unidos atraviesa una transformación silenciosa a raíz de la adopción de los RCUT (Restricted Crossing U-Turn), un modelo de intersección que busca dar solución a uno de los problemas más recurrentes de las carreteras modernas: los siniestros provocados por giros a la izquierda y cruces perpendiculares.
Según reportó The Washington Post, la progresiva incorporación de estas intersecciones promete una reducción cercana al 54% de los accidentes y hasta un 70% menos de colisiones con heridos, consolidando a esta solución como la nueva apuesta de la ingeniería vial frente a los tradicionales “rotondas” o “glorietas”.
Durante décadas, las glorietas dominaron en el diseño de cruces viales al intentar organizar el flujo de vehículos y minimizar los puntos de impacto. Sin embargo, el método comenzó a mostrar limitaciones severas; el diario norteamericano explica que “las rotondas amplias pueden ralentizar avenidas principales y convertirse fácilmente en cuellos de botella”.
El costo y complejidad de alternativas como los pasos elevados dejaron a muchas comunidades dependiendo de soluciones imperfectas, especialmente en las rutas rurales donde los caminos secundarios convergen directamente con autopistas principales.

En Argentina, la experiencia ha sido similar. Colisiones recurrentes ocurren cuando los conductores se incorporan saliendo desde rutas menores hacia vías de alta velocidad. Esta diferencia de velocidades, junto a maniobras bruscas al intentar girar a la izquierda o incorporarse al flujo principal, incrementa la peligrosidad de los cruces.
Ingenieros y autoridades locales llevan años debatiendo sobre “la necesidad de un diseño más eficiente y seguro que permita gestionar el tráfico minimizando los riesgos”, según admitió un portavoz de Vialidad Nacional citado por The Washington Post.
Frente a este contexto, surge el modelo RCUT. A diferencia de los esquemas circulares tradicionales, este tipo de intersección elimina directamente los giros a la izquierda y cruces perpendiculares: obliga a los vehículos que llegan desde carreteras secundarias a girar primero a la derecha, desplazarse entre 150 y 400 metros y usar un carril central habilitado para el retorno en U.
El RCUT no solo optimiza la seguridad, sino que también mejora la fluidez del tránsito en arterias relevantes. En declaraciones recogidas por el periódico estadounidense, O’Connor explicó que “el conjunto de datos recogido por la FHWA en distintas ciudades evidencia que los tiempos de espera bajan abruptamente y los embotellamientos desaparecen en horas pico”.

La eficacia de las nuevas intersecciones, sin embargo, también supone un reto cultural y técnico. La adaptación implica no solo la construcción de infraestructura, sino también una labor “clave de señalización y formación ciudadana”, como puntualizó la ingeniera Silvia Mancini, miembro del equipo de diseño de Transporte y Tránsito de Buenos Aires.
“El conductor promedio puede sentirse desconcertado ante un desvío obligatorio en U. Si no existe comunicación clara, parte de los beneficios esperados podrían perderse”, planteó Mancini en una entrevista publicada por The Washington Post.
En países con una larga tradición de glorietas, como España o la propia Argentina, la transición demanda redoblar esfuerzos explicativos. En jurisdicciones sudamericanas, donde ya existe cierta aplicación de maniobras similares —como los desvíos a la derecha antes de realizar retornos sobre vías rápidas— se observan mejoras parciales en seguridad.

Sin embargo, aún falta infraestructura dedicada, carriles de giro diferenciados y señalización específica, factores que caracterizan al RCUT y propician la baja abrupta del riesgo.
El futuro de las intersecciones urbanas y periurbanas parece encaminarse hacia modelos como el RCUT, que logran “mantener la seguridad sin sacrificar la eficiencia”, apuntó Martin Walsh, director del departamento de carreteras en Minnesota. “La priorización de una estructura que elimina los puntos más peligrosos —los giros a la izquierda y cruzamientos directos— abre una etapa nueva para la gestión vial”.
Las cifras de la Administración Federal de Carreteras legitiman el cambio, mientras el desafío educativo y de inversión se mantiene como paso siguiente para ampliar la cobertura del sistema.