
El impacto de una pérdida puede transformar la vida de manera abrupta y sumir a la persona en confusión y sufrimiento. Liza Barros-Lane, experta en duelo y profesora de trabajo social en la Universidad de Houston-Downtown, conoce este dolor tanto desde la experiencia personal como profesional.
Tras perder a su esposo Brent en un accidente, enfrentó una realidad para la que, según relató en mindfood, “nada pudo prepararme para mi propia pérdida”. Desde esa vivencia y su labor en el acompañamiento de otras personas en duelo, Barros-Lane compartió herramientas respaldadas por evidencia para sobrellevar los primeros días, ofreciendo recursos prácticos en los momentos más difíciles.
Barros-Lane combina experiencia personal y formación académica. Pese a haber acompañado a otros en el duelo, la muerte repentina de Brent desmoronó sus certezas. Perder a alguien esencial rompe rutinas y genera caos.
Las pérdidas traumáticas suman shock y preguntas sin respuesta. Cada gesto cotidiano recuerda la ausencia y evidencia que el duelo afecta lo emocional, físico, mental y espiritual.
Surgen cambios bruscos de ánimo, dificultades para concentrarse, insomnio, fatiga y vacío espiritual. Aunque intensos, estos síntomas suelen disminuir con el tiempo. Barros-Lane recomienda autocuidado y descanso, incluso en las tareas diarias.

La gestión del dolor emocional es fundamental en el comienzo del duelo. Barros-Lane enfatiza que es necesario permitirse sentir la pérdida y, al mismo tiempo, saber cuándo tomar distancia para evitar el agotamiento. Como recordaba Brent: “El objetivo es retomarlo y dejarlo”, una frase que resume la alternancia entre enfrentar el dolor y buscar alivio. Tomar descansos intencionales y recurrir a pequeñas distracciones permite retomar el proceso de duelo sin quedar atrapado en él.
Barros-Lane detalla cinco herramientas prácticas, validadas científicamente compartidas en Mindfood y avaladas por entidades como Harvard Health para mitigar el dolor en el inicio del duelo:
Colocar una mano sobre el pecho, estómago o mejilla y decirse frases como “esto duele” puede otorgar consuelo inmediato. Este gesto de autocompasión activa el nervio vago y ayuda a reducir la sensación de aislamiento.
Consiste en observar la emoción dolorosa por unos minutos, sin juzgarla y respirando de forma consciente. Si la emoción es abrumadora, una breve distracción puede ayudar antes de regresar a la sensación. Basada en la Terapia Dialéctica Conductual, esta técnica enseña que las emociones suben y bajan como olas: ninguna permanece estática.

Envolver el cuerpo en una manta, sostener un peluche o acariciar a una mascota ayuda a transmitir seguridad y consuelo cuando el dolor las palabras no alcanzan.
El método TIPP de la Terapia Dialéctica Conductual recomienda usar frío (hielo o agua fría en la cara), hacer ejercicio intenso en cortos lapsos, practicar la respiración rítmica y la relajación muscular para regular el sistema nervioso, que en el duelo tiende a la sobreexcitación o el entumecimiento.
Poner un valor del uno al diez al dolor experimentado y reflexionar sobre breves momentos de alivio permite identificar mejoras. Registrar estos logros alimenta la esperanza y recuerda que el sufrimiento fluctúa.
Aunque estas estrategias sean una guía, Barros-Lane adviertió que habrá momentos en los que el dolor parezca insoportable y el futuro, inaccesible. En esos casos, recomienda enfocarse solo en sobrevivir el siguiente instante y buscar apoyo en amistades, consejeros o líneas de ayuda. Si el dolor emocional permanece fuerte y persistente, considera esencial buscar ayuda profesional, tal como sugiere Mindfood.

Con acompañamiento y la aplicación de estas herramientas, es posible comenzar a adaptarse. Aunque el duelo nunca desaparece por completo, la vida puede reconstruirse de a poco, marcada por el dolor, el amor y la decisión de seguir adelante.