El arribo de aviones de combate F-35 de Estados Unidos a la base de Ceiba, en Puerto Rico, ha intensificado la presencia militar estadounidense en el Caribe en medio del operativo contra el narcotráfico.
Al menos cinco cazas F-35 de la Marina estadounidense aterrizaron en el aeropuerto regional José Aponte de la Torre, antigua base Roosevelt Roads, en el noreste de Puerto Rico. A estos se sumó una aeronave Boeing C-5 de las Fuerzas Armadas estadounidenses, según reportes locales. La agencia Reuters, en tanto, captó varias fotos de los aviones norteamericanos en la base militar de Ceiba.
Además de los cazas, Estados Unidos mantiene en la zona ocho buques militares equipados con misiles y un submarino de propulsión nuclear, posicionados en el mar Caribe, cerca de las costas venezolanas, para hacer frente al narcotráfico.
Días atrás la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, había respaldado la operación de Estados Unidos y expresó su apoyo a las maniobras militares en su país. “Estamos orgullosos de apoyar las operaciones antidrogas de nuestra nación en el Caribe”, dijo durante una rueda de prensa el fin de semana pasado. La mandataria subrayó la importancia estratégica de la isla, al señalar que “Puerto Rico es la frontera de los Estados Unidos en el Caribe por su cercanía a Venezuela y Colombia”. También destacó que la presencia militar estadounidense envía “un mensaje directo al líder del cartel en Venezuela Nicolás Maduro de que los Estados Unidos no le van a pasar una más”.
Consultada sobre la magnitud del despliegue, indicó que “siguen llegando, no hay un número definido” de tropas o equipos, y celebró que el Gobierno federal haya destinado recursos para enfrentar el narcotráfico en la región.
El ministro de Defensa del régimen venezolano, Vladimir Padrino López, dijo este domingo que Estados Unidos realiza vuelos de “inteligencia” sobre Venezuela y acusó a Washington de buscar justificar un “plan de amenaza militar y de intervención” con el objetivo de desplazar al dictador Nicolás Maduro. El sábado, en tanto, el chavismo dijo que un destructor estadounidense había interceptado una embarcación venezolana, donde se encontraban, según la dictadura, nueve pescadores en la Zona Económica Exclusiva del país. Ante estos hechos, Caracas ordenó la movilización de buques, el alistamiento de milicianos y un refuerzo especial de la presencia militar en cinco regiones costeras.
El dictador Maduro, por su parte, desafió días atrás a González a encabezar personalmente una eventual “invasión” y rechazó las acusaciones de narcotráfico.
El trasfondo inmediato de este despliegue militar incluye un reciente operativo que, el pasado 2 de septiembre, resultó en la muerte de once personas tras el ataque a un buque identificado como perteneciente a la banda venezolana Tren de Aragua. El presidente Donald Trump atribuyó la operación al tráfico de drogas desde Venezuela.
La semana pasada, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, visitó Puerto Rico y el buque USS Iwo Jima, donde dirigió un mensaje a los marines: “Este es un ejercicio real en nombre del interés nacional vital de los Estados Unidos de América: acabar con el envenenamiento del pueblo estadounidense”.
La presencia militar estadounidense en Puerto Rico tiene raíces históricas profundas. En el pasado, la isla albergó hasta once bases militares, y actualmente la Guardia Nacional utiliza instalaciones como Buchanan, Fuerte Allen, la Base Aérea Muñiz y el Campamento Santiago, además de partes de las bases Ramey y Roosevelt Roads. La Marina de Guerra empleó las islas-municipio de Vieques y Culebra como campos de tiro, y la limpieza de municiones sin detonar aún no ha concluido. El estatus de Puerto Rico como Estado Libre Asociado otorga cierta autonomía local, pero áreas como defensa y relaciones exteriores permanecen bajo control federal. Este contexto ha generado divisiones internas: mientras la gobernadora promueve la isla como centro de operaciones y logística para el Ejército estadounidense en Sudamérica, sectores de la oposición y parte de la ciudadanía han organizado protestas contra la militarización.
La visita de altos mandos estadounidenses, como Hegseth y el general Dan Caine, presidente del Estado Mayor Conjunto, coincidió con el traslado de cientos de marines a Puerto Rico y la realización de ejercicios de entrenamiento planificados desde hace más de un año. Las reuniones con funcionarios locales en la Base de la Guardia Nacional Aérea Muñiz tuvieron como objetivo respaldar las actividades de entrenamiento y fortalecer la cooperación en la región. El Cuerpo de Marines ha destacado que el terreno y el clima tropical de la isla ofrecen condiciones óptimas para el entrenamiento anfibio y el perfeccionamiento de habilidades tácticas.
Tras su visita a Puerto Rico, el jefe del Pentágono envió un mensaje contundente al dictador Maduro. “No quisiera ser Nicolás Maduro en este momento. Maduro tiene muchas decisiones que tomar. Estamos sentados sobre una isla flotante del poder estadounidense y estamos preparados para usar ese poder para interceptar y destruir a los narcoterroristas que están enviando drogas a nuestro país”, declaró a Fox News.