
Un hallazgo genético en las mesetas cercanas a Bogotá reescribe parte de la historia humana en el continente americano. Un equipo internacional de científicos identificó, a través del análisis de ADN antiguo, un grupo de cazadores-recolectores que habitó la región hace aproximadamente 6.000 años.
Este descubrimiento, publicado en la revista Science Advances y reportado por AP News, revela la existencia de un linaje humano que no guarda relación directa con los antiguos nativos americanos de América del Norte ni con los grupos sudamericanos conocidos. Este hecho plantea nuevas preguntas sobre la migración y evolución de las poblaciones en América.
El estudio, liderado por investigadores como Andrea Casas-Vargas, de la Universidad Nacional de Colombia, se centró en restos hallados en las altas mesetas de la actual Bogotá. Mediante técnicas avanzadas de secuenciación genética, los científicos lograron extraer y analizar ADN antiguo, lo que permitió identificar a este grupo de cazadores-recolectores que vivió en la región hace unos seis milenios.
La ubicación de estos restos resulta especialmente significativa, ya que la zona de Bogotá se encuentra próxima a la confluencia de América del Norte y América del Sur, en lo que se considera un antiguo corredor terrestre que facilitó la expansión humana hacia el sur del continente.

El análisis genético determinó que este grupo no puede situarse fácilmente en el árbol genealógico de los pueblos americanos. No mantiene vínculos cercanos ni con los antiguos nativos americanos del norte ni con las poblaciones sudamericanas antiguas o actuales.
El arqueólogo André Luiz Campelo dos Santos, de la Universidad Atlántica de Florida, quien no participó en la investigación, declaró: “Hasta este momento, no creíamos que existiera otro linaje que pudiera aparecer en Sudamérica”.
La importancia del hallazgo reside en su capacidad para replantear la historia de la migración humana en el continente. Durante décadas, los científicos buscaron reconstruir cómo se expandieron las poblaciones humanas en América, desde su llegada a América del Norte hasta su desplazamiento hacia el sur. Los distintos grupos desarrollaron variantes genéticas que permiten rastrear sus movimientos.
La región de Bogotá, donde se localizó este grupo, fue señalada como un punto clave en ese proceso. “La zona es la puerta de entrada al continente sudamericano”, afirmó Casas-Vargas.
El denominado puente terrestre funcionó como una vía migratoria esencial, y el descubrimiento de un linaje genético distinto en este lugar sugiere una diversidad más amplia de la que se creía en los primeros pobladores del sur del continente.

La identificación de este grupo mediante ADN antiguo abre nuevas líneas de estudio sobre la evolución y dispersión de los seres humanos en América. La imposibilidad de ubicar a este grupo en el árbol genealógico humano obliga a reconsiderar los procesos de migración, aislamiento y mezcla de poblaciones en la prehistoria americana.
Uno de los aspectos más enigmáticos del hallazgo es el destino final de este grupo de cazadores-recolectores. Aproximadamente 4.000 años después de su existencia, la población desapareció y fue sustituida por un grupo humano genéticamente distinto. Las causas de este reemplazo no están claras: podría tratarse de una mezcla con un grupo nuevo o de una expulsión total.
Ante la falta de evidencia concluyente, los científicos formularon diversas hipótesis sin llegar a certezas. Campelo dos Santos, en diálogo con AP News, indicó que “analizar más genes en América del Sur ayudará a confirmar si este nuevo grupo realmente desapareció o si podría haber evidencia de sus descendientes en otros lugares”.
La publicación en una revista de alto impacto evidencia la relevancia científica del descubrimiento y su potencial para orientar futuras investigaciones sobre los orígenes humanos en América.