La adaptación del Caballo Islandés a los inviernos gélidos y terrenos rocosos forjó su resistencia. (WikiCommons/Diego Delso)El Caballo Islandés es una de las razas equinas más antiguas y puras del mundo. Su historia se remonta a hace más de mil años, entre los siglos IX y X d.C., cuando los vikingos llevaron al país nórdico ejemplares procedentes de las Islas Británicas, pues de acuerdo con la revista especializada Ehorses, los antepasados de estos cuadrúpedos fueron probablemente los llamados Celtic Ponys, originarios de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Tras su llegada, los equinos comenzaron un proceso de adaptación bajo condiciones climáticas extremas, caracterizadas por gélidos inviernos de larga duración, escasez de alimento y terrenos rocosos. Dichas circunstancias forjaron una raza excepcionalmente fuerte, resistente y con una notable capacidad de supervivencia. Durante siglos, el Caballo Islandés fue un elemento esencial para la vida rural del país, utilizado tanto para el trabajo agrícola como para el transporte a través de difíciles rutas montañosas.
Con el paso del tiempo, la cría de estos ejemplares se convirtió en una actividad controlada y meticulosa. A partir de la década de 1940, los objetivos se orientaron hacia la obtención de caballos más elegantes y versátiles para la monta recreativa, siendo este un cambio que coincidió con el aumento de la popularidad de la raza en países europeos, especialmente en Alemania, durante las décadas de 1950 y 1960.
Islandia mantiene hoy una política estricta respecto a la preservación genética de su caballo nacional. De acuerdo con Ehorses, está prohibida la importación de equinos al país, y cualquier ejemplar que salga de la isla no puede regresar. Esta normativa, vigente desde hace siglos, garantiza la pureza y autenticidad de la raza, evitando el riesgo de introducción de enfermedades o de cruces con otras líneas genéticas.
La adaptación del Caballo Islandés a los inviernos gélidos y terrenos rocosos forjó su resistencia. (WikiCommons/Diego Delso)El Caballo Islandés presenta una alzada que oscila entre los 135 y 150 centímetros, mientras que su peso varía de 300 a 500 kilogramos. Originalmente más pequeños y compactos, los ejemplares modernos muestran un cuerpo más alargado y refinado, resultado de una evolución orientada hacia la elegancia y el rendimiento.
Su cabeza es proporcionada, con ojos grandes y expresivos que reflejan inteligencia y confianza, además de amplias fosas nasales que facilitan la respiración en ambientes fríos. El cuello, largo y estilizado, se une a un tronco musculoso y extremidades de gran fortaleza, con articulaciones robustas y tendones resistentes, lo que permite que estos caballos sean perfectamente aptos para ser montados por adultos.
El pelaje del Caballo Islandés es una de sus características más notables, pues posee una melena y cola abundantes, así como una capa de invierno gruesa y aislante, que les permite soportar las bajas temperaturas del clima islandés. En cuanto a colores, la raza presenta una amplia variedad de tonos, predominando el blanco, el castaño, el marrón y el negro. También son comunes los ejemplares con pelajes especiales, como el bayo o los patrones moteados tipo schecken, detalla Ehorses.
El temperamento del Caballo Islandés constituye otro de sus mayores atractivos, pues se trata de un animal de carácter vivaz, valiente y con una notable disposición al trabajo, así como una actitud cooperativa hacia el ser humano. Su naturaleza amigable lo hace ideal tanto para jinetes principiantes como para niños, mientras que su inteligencia y curiosidad lo convierten en un excelente compañero para actividades ecuestres más avanzadas.
Estos equinos son además altamente sociables y disfrutan del contacto tanto con humanos y ejemplares de su misma especie; sumado a ello, su resistencia y adaptabilidad les permiten desenvolverse con soltura en una amplia gama de disciplinas.
En la equitación recreativa, por ejemplo, son apreciados por su confort y estabilidad, especialmente gracias a su marcha característica, el Tölt, un aire natural, suave y equilibrado que ofrece al jinete una experiencia de monta excepcionalmente cómoda, describe Ehorses. También dominan el Pace o “paso de carrera”, una modalidad rápida y elegante que los diferencia de otras razas.
En competiciones de doma clásica, muestran una gran capacidad de aprendizaje y una presencia armónica. En salto y otras disciplinas de agilidad, destacan por su precisión y energía controlada, además, su temperamento sereno y paciente los convierte en animales ideales para terapias ecuestres, desempeñando un papel fundamental en programas de rehabilitación física y emocional.
En el mercado internacional, el precio de un Caballo Islandés depende de su edad, linaje, entrenamiento y finalidad. Según Ehorses, los precios pueden variar entre ocho mil y 20 mil euros, aunque los ejemplares de alta competición o de cría selecta pueden alcanzar valores considerablemente superiores. En general, las yeguas y sementales registrados presentan un costo mayor que los caballos castrados destinados al uso recreativo.
El Caballo Islandés, que fue objeto de culto en la mitología nórdica, continúa siendo una de las razas más admiradas y respetadas del mundo ecuestre moderno, preservando con orgullo la herencia de los antiguos cuadrúpedos vikingos.
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