Bolivia, rumbo a una elección que pone en jaque al socialismo

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El Tribunal Supremo Electoral (TSE) boliviano habilitó a 14 partidos y cinco alianzas para las elecciones presidenciales del 17 de agosto, en las que el socialismo llega dividido por la lucha de poder entre el presidente Luis Arce y el exmandatario (2006-2019) Evo Morales -ambos con aspiraciones presidenciales-, que abrió camino para que el presidente del Senado Andrónico Rodríguez, considerado en otrora “heredero natural” de Morales, anunciara su candidatura presidencial.

El socialismo boliviano, que ha sido fiel aliado de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, se aproxima a un nuevo proceso electoral debilitado no solo por la fractura de sus filas, sino por la crisis institucional y económica que vive el país, que ha despertado el descontento de la ciudadanía, haciendo que sus líderes tengan los índices de popularidad más bajos de las últimas dos décadas.

Para Andrés Gómez, periodista y analista político boliviano, el país andino se jugará en los venideros comicios no sólo un cambio de gobierno y modelo económico, sino el fin o la ampliación de la “era del Movimiento al Socialismo”,

Estas elecciones son significativas para los bolivianos. No solamente se va a cambiar a la persona que va a gobernar, a los asambleístas que van a asumir decisiones, tanto en la Cámara de Diputados como en la Cámara de Senadores, sino que se va a jugar el pensamiento político que, al menos en este momento, circula entre los bolivianos. Seguir con el modelo denominado económico, social, productivo, o cambiar de modelo y, además, terminar con un ciclo del MAS, que se ha caracterizado por el deterioro de la institucionalidad democrática”, explica en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS.

Presiones de la izquierda regional

Aunque Arce no ha oficializado su candidatura e insiste en llamar a la “unidad de la izquierda”, ha asistido a varios actos de “proclamación” que dan indicios de su intención de reelegirse; mientras que Morales insiste en su candidatura, ahora fuera del MAS, a pesar de que está inhabilitado por una sentencia del Tribunal Constitucional, que limita el número y la forma de las reelecciones presidenciales.

La entrada en el terreno electoral del presidente del Senado, de 36 años, pudiera dar paso a la unión de ambos bandos (arcista y evistas), reagrupando los votos, al representar una “renovación” dentro de las filas del MAS y no verse afectado por la disputa Arce-Morales ni por la crisis económica que enfrenta Bolivia.

El analista considera, además, que una posible salida de Morales de la carrera electoral, por una inhabilitación definitiva del TSE o por no tener partido, puede llevar a Arce, “presionado por la izquierda internacional”, a alzar la manos a Rodríguez, hoy tildado de “traidor” por los seguidores del líder cocalero.

Desde José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente de España, hasta los líderes de la izquierda regional, como el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y las dictaduras del socialismo del siglo XXI, pudieran presionar al presidente boliviano para que abandone la carrera electoral a fin de que “esta tendencia ideológica de América Latina no pierda territorio”, como ocurrió en Ecuador el pasado 13 de abril.

Gómez observa que en la cúpula del MAS existe el “miedo a perder” por primera vez desde 2006, lo que pudiera generar una profundización de la división, al no poder “controlar las emociones”, o, por el contrario, hacer que prime el “instinto de supervivencia” y se consolide un acuerdo que favorezca al joven senador.

En el segundo escenario, estima que Rodríguez, quien cuenta con una aprobación de 25% según estudios de opinión, tuviera la posibilidad de retener el tercio de la votación boliviana, que es el voto duro del MAS, actualmente dividido entre arcistas y evistas.

El presidente del Senado mejoraría las perspectivas del oficialismo de continuar en el poder ante un Evo Morales debilitado por las denuncias por trata de persona y sus responsabilidad en la actual crisis boliviana, que hacen que 7 de cada 10 bolivianos rechacen su candidatura; y un Luis Arce que enfrenta las horas más bajas de su gobierno debido a la crisis económica que “se ha sentido en los estómagos y bolsillos” de la población. “Estas disputas y la crisis económica en realidad no tocan la imagen de Andrónico Rodríguez”, apunta el analista.

Oposición sin unidad

La derecha boliviana también llegaría dividida a las elecciones de agosto, con cuatro principales candidaturas: la del expresidente (2001-2002) Jorge “Tuto” Quiroga, miembro del Grupo IDEA; la del empresario Samuel Doria Media; la del alcalde de Cochabamba (centro), Manfred Reyes Villa; y la del analista financiero y exoperador de la Bolsa de Nueva York Jaime Dunn, el “outsider” de la carrera presidencial.

Estos cuatro candidatos, de acuerdo con Gómez, se estarían disputando el tercio del sufragio de Bolivia que nunca ha favorecido al MAS, al no lograr consolidar el bloque de unidad propuesto en diciembre pasado.

“Si bien dan la sensación de que son opositores, más que ideologías diferentes, tienen intereses diferentes”, sostiene, aunque no descarta que al final algunos presidenciables abandonen la carrera presidencial y se consolide la unidad opositora.

“Los principales candidatos ya han invertido bastante dinero con miras a la presidencia,ese es un factor que va a bloquear la posibilidad de la unión. También, en política, priman los egos (...) el narcisismo político que existe en algunos candidatos les impide leer la realidad del país”, señala.

A su juicio, algunos opositores “no terminan de comprender que las elecciones se ganan no por los discursos o por una realidad adversa al partido oficialista, sino por la capacidad de conectar con la emoción, con el corazón y las aspiraciones del electorado”, situación que, hasta el momento, ningún candidato logra.

Un “candidato auténtico”

Aunque se encuentra en su punto más débil, el oficialismo, al menos en la figura de Andrónico Rodríguez, lleva ventaja frente a los candidatos opositores, que no individualmente no logran sobrepasar el 10% de apoyo en las encuestas.

Esto se debe, en su opinión, a que los aspirantes a la presidencia boliviana confiaron en presentar un discurso de libertad y con algunas propuestas económicas, muy al estilo de Javier Milei en Argentina, sin buscar una conexión real con el electorado.

En este sentido, considera que más allá de una unidad, que tendría que confiar en que servirá para unificar a los electores, los candidatos opositores deben centrarse en “leer muy bien” las motivaciones de los ciudadanos para poder levantar vuelo.

“El electorado boliviano está buscando renovación (...) Un candidato que se le parezca, que los conozca, que sea auténtico, que no aparezca solo en elecciones a abrazar niños o a comer en el mercado (...) Lo artificial nunca triunfa”, subraya.

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