Estados Unidos, China, Rusia y Europa se enfocan en los nuevos aviones de sexta generación. La competencia por lograr un poder de disuasión aérea está en marcha y las potencias ya anunciaron sus principales proyectos.
Northrop Grumman, el cuarto mayor contratista de defensa militar de Estados Unidos y el constructor número uno de buques de guerra, lleva adelante el desarrollo del B-21 Raider desde 2015, y ocho años después tuvo su primer vuelo de prueba. La empresa destaca por aportar los propulsores para el Artemis I de la NASA y el navegador WSN-7/12 para la naval estadounidense.
El próximo bombardero furtivo de largo alcance pretende ser un paso hacia delante en términos de autonomía, ciclo de vida, sigilo, digitalización; y funcionará como un elemento disuasorio por su abanico armamentístico, que incluye armas nucleares. El Raider alcanza una velocidad máxima de 1000 km/h y tiene un rango de acción cercano a los 11.000 kilómetros.

Estados Unidos planea que esté operativo para mediados de la década y estima gastar al menos 200.000 millones de dólares para sumar 100 ejemplares en el proceso de modernización de la flota aérea.
En paralelo, Washington dio mayores detalles del nuevo caza F-47, bautizado por el republicano con el número de su segunda presidencia. Junto al secretario de Defensa, comunicó que Boeing venció a Lockheed Martin, histórico constructor para las Fuerzas Armadas estadounidenses, y será la empresa encargada de desarrollar el caza de sexta generación.
Calificado como “el más avanzado, capaz y letal jamás construido”, Donald Trump elogió el F-47 por “su velocidad, su maniobrabilidad y su potencial de carga”. El costo de fabricación por unidad o el tamaño del modelo no fue especificado para “no comprometer la seguridad nacional”.
La tradicional compañía de aviones, conocida por sus modelos civiles y espaciales, recibirá un contrato valuado en 20.000 millones de dólares para el Programa de Dominio Aéreo de Próxima Generación (NGAD), el cual pretende reemplazar al caza furtivo F-22 “Raptor”, el modelo que inauguró la quinta generación.

En medio de las tensiones mundiales y las disputas con Washington, China tiene sus propios proyectos para la sexta generación, pero es el que menos información al respecto da.
A finales de 2022, presentaron un modelo en el Salón Aeronáutico celebrado en Zhuhai: similar al J-20 de quinta generación, pero sin cola y con alas más pronunciadas. Durante dos años, el proyecto del gigante asiático no pasó de un simple concepto, al menos públicamente, hasta su primera prueba de vuelo en 2025.
En enero, se lo vio surcando los cielos chinos y se pudieron conocer nuevos detalles de la nueva aeronave. Se trata de Chengdu J-36 y está siendo desarrollada por Chengdu Aircraft Corporation (CAC).
Tiene una dimensión de 22,5 metros de largo y una envergadura de 24 metros, con un peso máximo al despegue de 55 toneladas. Su alcance estimado es de unos 3000 kilómetros y se cree que le permitiría realizar operaciones de largo alcance, especialmente en el Indopacífico.

En medio de la guerra en Ucrania, Rusia busca finalizar el Mikoyan Gurevich-41 en un contexto de economía de guerra. El MiG-41 está pensado como un interceptor supersónico, capaz de volar cerca del espacio y transportar misiles antisatélite. Además, se espera que alcance velocidades de Mach-4,3 o incluso Mach-5, es decir, en un rango de entre 1230 y 6150 km/h.
Estaba proyectado que tuviera su vuelo inaugural antes de que finalizara el año 2023 y que estuviera operativo en un plazo máximo fijado para 2026, aunque no se brindaron novedades del avión de sexta generación ruso.
Finalmente, es el turno de Europa, que recientemente aceleró sus planes de rearme debido a la continuidad de la guerra ruso-ucraniana y la nueva etapa del vínculo con Estados Unidos. Reino Unido e Italia, junto a Japón, están colaborando en el desarrollo del Tempest, un avión de caza a reacción que pretende ser disruptivo.

Desde 2018, los tres países investigan metodologías de combate para sumar la inteligencia artificial, armas de energía dirigida, drones, enjambre y la posibilidad de una alternativa no tripulada. El presupuesto inicial era de 2600 millones de dólares, y su lanzamiento podría ser anunciado para mitades de la próxima década, aunque el reciclaje de las piezas del avión Tornado indica que el proyecto sigue en una etapa de diseño y desarrollo.
Por el momento, Estados Unidos y China aventajan la sexta generación de aviones de combate, aunque Europa y Rusia, influenciados por los sucesos en Ucrania, tienen intenciones de arrebatarles a los F-16 y F-35 estadounidenses el dominio de los cielos.