
Desde Nueva York.- “¿Necesita algo?”. Esta pregunta, directa y sencilla, se extiende por los pasillos de edificios y aceras durante los episodios más agudos de calor veraniego. El vecino tocando la puerta, el conductor de autobús que baja la ventanilla para refrescar a los pasajeros y los niños bajo el agua de una boca de incendios abierta —una imagen todavía presente—, configuran una ciudad que se ha adaptado a resistir las altas temperaturas.
En el último año, la ciudad reforzó la red de centros de enfriamiento y aumentó la entrega de ventiladores gratuitos a adultos mayores a través del Cooling Assistance Benefit program, orientado a residentes de bajos ingresos. De este modo, la resiliencia de Nueva York se refleja tanto en las infraestructuras públicas como en la solidaridad diaria de sus habitantes.

Las olas de calor extremo han pasado de ser eventos aislados a formar parte de la cotidianeidad neoyorquina. Caminar por la ciudad en julio se compara a recorrer una superficie candente: el concreto y el asfalto absorben y liberan calor incluso durante la noche. Las temperaturas superan almpliamente los 33° C y las sensaciones térmicas complican el panorama. Esta situación representa un desafío, especialmente para adultos mayores, personas con enfermedades crónicas y quienes habitan viviendas precarias, para quienes el calor puede resultar mortal.
Frente a este escenario, la ciudad desplegó un plan coordinado encabezado por NYC Emergency Management y el Departamento de Salud. Los Cooling Centers, espacios públicos climatizados, están disponibles de forma gratuita para la población. Estos lugares incluyen bibliotecas, centros para adultos mayores, escuelas, centros comunitarios y otros edificios municipales. Ejemplos destacados son la Brooklyn Public Library (Grand Army Plaza), la Queens Library (Jackson Heights) y el Mitchell Senior Center (South Bronx). En estos sitios, además de aire acondicionado, se ofrece agua, baños y atención médica básica.

El sistema de respuesta abarca más que los centros climatizados. Incluye campañas de información en redes sociales, distribución de ventiladores y botellas de agua en comunidades vulnerables y operativos para verificar el estado de adultos mayores que viven solos. Año tras año, la ciudad ajusta su estrategia para atender mejor las necesidades de la población.
No todos los residentes tienen aire acondicionado en sus hogares, pero existen alternativas públicas para sobrellevar el calor. Aspersores en parques como St. Mary’s Park (Bronx), McCarren Park (Brooklyn) y Tompkins Square Park (Manhattan) brindan alivio. Los cuerpos de agua, esenciales en este contexto, aportan frescura: la brisa del Hudson River Park —entre Battery Park y Chelsea— ayuda a moderar la temperatura, mientras que en la East River Esplanade de Harlem muchos buscan sombra y refresco. En Flushing Meadows–Corona Park (Queens), familias extienden mantas bajo los árboles para compartir comidas en comunidad.

La respuesta ante el calor extremo trasciende la gestión oficial y se apoya en la organización vecinal. En edificios sin sistemas de climatización, los residentes comparten ventiladores o invitan a adultos mayores a permanecer en espacios frescos. En barrios como Washington Heights, Sunset Park y Elmhurst, organizaciones comunitarias distribuyen recursos y facilitan información sobre la prevención del golpe de calor. Las tiendas de barrio cumplen una función esencial: algunas bodegas ubican cubos de agua con hielo en la entrada, las lavanderías climatizadas actúan como refugios temporales y los guardias de seguridad permiten que personas sin hogar permanezcan bajo techo en los momentos más críticos.
El verano en Nueva York posee un ritmo propio. La música se despliega en Harlem, el aroma de los pretzels invade los parques y la sensación de humedad sobre la piel se vuelve constante. Sin embargo, más allá del atractivo turístico, la ciudad modifica su comportamiento ante el calor. El concreto y el asfalto retienen el calor y lo liberan de noche, una dificultad añadida para quienes no acceden a espacios climatizados.
La administración municipal también enfoca sus esfuerzos en la prevención e información. A través de redes sociales y medios locales, difunde consejos para evitar el golpe de calor, alienta la hidratación y detalla los recursos disponibles. El sistema abarca la distribución de ventiladores y botellas de agua en zonas vulnerables, así como visitas domiciliarias para asegurar el bienestar de los adultos mayores que viven solos.

Parques y espacios abiertos se convierten en refugios urbanos. Los aspersores instalados en St. Mary’s Park, McCarren Park y Tompkins Square Park proporcionan alivio a quienes no pueden acceder a aire acondicionado. En el Hudson River Park, la brisa refresca el ambiente, mientras la East River Esplanade de Harlem y Flushing Meadows–Corona Park ofrecen sombra y lugares para compartir.
La solidaridad vecinal se observa cada día. En edificios sin aire acondicionado, quienes pueden se organizan para compartir recursos. En barrios como Washington Heights, Sunset Park y Elmhurst, las organizaciones locales entregan ayuda e informan sobre la prevención de riesgos. Las bodegas y lavanderías climatizadas sirven de refugio improvisado, y los guardias facilitan que las personas sin hogar encuentren sombra en los momentos más arduos.
En 2024, la ciudad incrementó los centros de enfriamiento en los cinco distritos y amplió el acceso a ventiladores gratuitos para adultos mayores mediante el Cooling Assistance Benefit program. Este programa, orientado a hogares con menores ingresos, apunta a reducir los riesgos del calor extremo, sobre todo entre los sectores más vulnerables.
Para obtener información o ayuda, Nueva York ofrece herramientas prácticas. El Cooling Center Map (https://www.nyc.gov/beattheheat) permite localizar los centros de enfriamiento más cercanos. El Cooling Assistance Benefit Program (https://access.nyc.gov/programs/cooling-assistance-benefit/) detalla cómo solicitar ventiladores gratuitos. Las alertas de NYC Emergency Management (https://www.nyc.gov/em) mantienen informada a la población sobre el clima y las medidas preventivas, y el sitio del Departamento de Salud (https://www.nyc.gov/health) aporta información relevante sobre salud y olas de calor extremo.
La adaptación al calor extremo ya forma parte de la vida cotidiana neoyorquina. Cada año, la ciudad revisa y ajusta su plan de respuesta, sumando recursos y perfeccionando la coordinación entre agencias y comunidades. La clave de la resiliencia está en la combinación de sistemas públicos eficaces y una comunidad dispuesta a cuidar de sus integrantes. Desde la simple pregunta «¿Necesita algo?» hasta compartir un ventilador, la respuesta colectiva al calor extremo define el verano en Nueva York.