
En América Latina, la llegada de la primavera marca el aumento paulatino de las horas de luz solar. Sin embargo, mantener niveles saludables de vitamina D sigue siendo importante en todas las estaciones, ya que este nutriente desempeña un papel clave en el estado de ánimo, la energía y la salud inmunológica.
Dado que muchos países de la región tienen zonas con niebla, alta urbanización o hábitos de vida en interiores, puede persistir el riesgo de déficit aun en primavera. A continuación se presentan cinco estrategias recomendadas por especialistas y estudios citados por Real Simple para conservar niveles óptimos de vitamina D durante todo el año, adaptadas a los contextos y alimentos disponibles en la región.
Según estas investigaciones, la vitamina D es vital para la absorción de calcio, el cuidado de los huesos y la respuesta inmune. Si la exposición solar es limitada por horarios, clima o estilo de vida, conviene prestar especial atención a la dieta y a la variedad de fuentes disponibles.

El consumo semanal de pescado graso, como salmón, sardinas, jurel o trucha, resulta uno de los métodos más efectivos para obtener vitamina D en América Latina. Incluso una porción cubre una parte significativa del requerimiento diario.
Se recomienda optar por variedades locales frescas o enlatadas, teniendo en cuenta el valor nutricional y el bajo contenido de mercurio en especies como la trucha o las sardinas.

Aprovechar la mayor presencia y calidad de luz solar que ofrece la primavera es esencial. Realizar actividades al aire libre, como caminatas, deportes o simplemente pasar tiempo en balcones y patios con brazos, rostro y manos descubiertos, facilita la producción natural de vitamina D.
Bastan periodos de cinco a treinta minutos, entre las 10:00 y las 16:00, unas pocas veces a la semana, para estimular su síntesis. Si la exposición se prolonga, es recomendable utilizar protector solar para evitar daños en la piel.

Algunas variedades de setas y hongos cultivados bajo luz ultravioleta contienen cantidades apreciables de vitamina D. Revisar las etiquetas en ferias o supermercados —o consultar su método de producción— ayuda a elegir alternativas enriquecidas.
Incorporarlos en guisos, ceviches vegetarianos o salteados contribuye a la ingesta de este nutriente con opciones variadas y de fácil acceso.
En muchos países latinoamericanos, existen productos fortificados con vitamina D como leches, bebidas vegetales, yogures, margarinas, cereales listos y jugos. Es importante mirar las etiquetas para confirmar la presencia de vitamina D.

Pequeñas acciones como usar leche fortificada en el café o en preparaciones habituales, añadir yogur con cereales o tomar jugos enriquecidos pueden sumar una parte fundamental del aporte diario.
Los huevos, especialmente la yema, suministran cierto contenido de vitamina D. Si están disponibles, pueden elegirse los huevos enriquecidos, que cuentan con mayor cantidad de este nutriente.
Preparaciones como omelette, tortillas o revueltos permiten combinar huevos con productos fortificados como quesos o leche, logrando así una mayor cobertura nutricional en una sola comida.

Integrar estos recursos aprovechando los alimentos y condiciones locales contribuye al bienestar físico y emocional en cualquier época del año. Incluso en primavera, donde la exposición solar aumenta, es conveniente mantener estos hábitos para garantizar una nutrición completa y fortalecer la salud a largo plazo en América Latina.
Además, es importante recordar que ciertos grupos pueden requerir una atención especial, como adultos mayores, personas con piel más oscura o quienes trabajan principalmente en interiores.
Consultar a un profesional de la salud ayuda a identificar necesidades individuales y considerar la suplementación si fuera necesario para mantener niveles adecuados.