Desde Tel Aviv.- Tres hospitales públicos de Israel se preparan para recibir a los 20 secuestrados de Hamas que se cree están con vida. La liberación sucederá en algún momento de las próximas horas, antes de que expire la ventana establecida por el acuerdo entre Israel y Hamas alcanzado por la mediación de Trump. Infobae recorrió el hospital Beilinson, ubicado en Petach Tikva, que recibirá entre 7 y 10 rehenes.

En un clima de profunda emoción y expectativa, el hospital ha puesto en marcha un dispositivo humanitario especialmente diseñado para cobijarlos a ellos y a sus familias, priorizando la privacidad, el control sobre el entorno y la reconstrucción del vínculo familiar. La unidad de rehenes, reservada y acondicionada para este propósito, se encuentra lista para la inminente llegada de los primeros liberados, mientras los equipos médicos, sociales y de seguridad ultiman los preparativos.
Según explicó en un encuentro organizado por la ONG Fuente Latina Michal Aldar, portavoz de los hospitales de Clalit, el hospital Beilinson es uno de los tres centros designados para acoger a los rehenes israelíes. “El edificio es nuevo, no se utilizó hasta ahora, fue pensado para esto: ofrecer un entorno íntimo, lejos de la exposición y el ruido. Solo las familias inmediatas podrán ingresar, manteniendo la privacidad absoluta”, explicó Aldar.
El hospital ha recibido a 15 rehenes en dos ocasiones previas y espera un número similar en esta nueva fase, aunque la cifra exacta se mantiene en reserva por motivos de seguridad y logística. El acceso estará estrictamente limitado y la llegada de los rehenes se realizará en helicóptero desde la base de Re’im, con un operativo que garantiza la máxima discreción y protección.

La organización de los espacios y los protocolos de privacidad han sido diseñados para devolver a los rehenes el control sobre su entorno, un aspecto que el equipo considera esencial tras el trauma del cautiverio. Keren Schwartz, jefa del Departamento de Tratamiento Social en Beilinson, detalló que “lo más importante es devolverles el control y la privacidad, hasta en las pequeñas decisiones, como cuándo quieren que alguien entre a su habitación o cuándo desean comer. Tiene que sentirse como una casa, no un hospital”.
Cada familia dispondrá de una habitación privada, con la posibilidad de decidir quién puede entrar y cuándo, y de espacios comunes para compartir momentos juntos, siempre respetando la voluntad de los liberados. El ambiente, decorado con objetos hogareños y detalles personales, busca recrear la sensación de hogar y seguridad, permitiendo que los rehenes y sus allegados marquen el ritmo de su propia recuperación.
El acompañamiento médico, psicológico y nutricional es otro pilar fundamental del dispositivo. Sigal Frishman, responsable de Nutrición en el hospital, subrayó que “cada retornado será acompañado por un/a nutricionista personal desde la admisión, asegurando la recuperación física y emocional más segura y eficaz posible”.
El proceso de rehabilitación nutricional se adapta a las necesidades individuales, con especial atención a la reintroducción gradual de alimentos tras largos periodos de privación. Por su parte, Noa Eliakim Raz, jefa de la Unidad de Rehenes, destacó que los equipos han trabajado intensamente para garantizar una atención integral, tanto para los rehenes como para sus familias, a quienes consideran parte inseparable del proceso de recuperación.
Schwartz añadió que el primer día se dedica casi exclusivamente al reencuentro familiar, evitando intervenciones médicas invasivas salvo que sean estrictamente necesarias, para priorizar el abrazo y la intimidad tras años de separación.
El reencuentro familiar y la reconstrucción del entorno hogareño ocupan un lugar central en la estrategia del hospital. Schwartz relató que cada detalle, desde la disposición de las habitaciones hasta la elección de objetos personales y rutinas, está pensado para facilitar la transición de los rehenes a la vida cotidiana. “Queremos empezar con decisiones muy pequeñas, como cuándo levantarse o cuándo salir de la habitación, porque recuperar el control es esencial para volver a vivir una vida plena”, explicó.
Las familias pueden traer pertenencias de casa, como ropa o productos de higiene, y disponen de espacios propios para descansar o compartir, permitiendo que cada reencuentro se desarrolle a su propio ritmo. El equipo social también acompaña a los familiares, para ayudarlos a comprender que el proceso de adaptación será gradual y que el reencuentro puede resultar abrumador tanto para los rehenes como para sus seres queridos.
La dimensión social y simbólica del regreso de los rehenes se percibe en cada rincón del hospital y en el ambiente que se respira en la sociedad israelí. Schwartz expresó que todo el país espera este momento: ”Ahora podemos empezar a respirar y volver a algo que conocimos antes”.
Con los preparativos finalizados y los equipos listos, el hospital Beilinson se dispone a recibir a los rehenes y sus familias, preparado para ofrecerles un espacio de dignidad, cuidado y reencuentro.

“Desde la ventana del quinto piso vemos el helipuerto del hospital donde llegan los secuestrados. Todo el personal espera aquí de pie esa llegada y la gente viene espontáneamente recibirlos, te lo cuento y se me pone la piel de gallina”, dice emocionada Michal Aldar.