La solemne e inesperada visita de Donald Trump a Roma por la muerte de Francisco no tuvo nada que ver con la ostentosidad de lo que fue su primer viaje oficial desde que asumió por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos. Si en el Vaticano todo en torno al magnate fue discreción, silencio y duelo, en el Golfo Pérsico el protocolo se cubrió de estruendo, velocidad y despliegue militar.
Hoy, en Qatar, el presidente estadounidense fue escoltado por un grupo de F-15 que se posicionaron junto al Air Force One en formación perfecta, como una escuadra de halcones reales escoltando una joya en movimiento. Una imagen improbable, casi teatral, captada y compartida por Margo Martin, asesora de la Casa Blanca, escribió al publicar la impactante escena en redes sociales: “¡¡¡Qué vista al volar hacia Qatar!!!”.

La maniobra aérea fue una respuesta, o tal vez una superación simbólica, de lo que ocurrió apenas 24 horas antes en Arabia Saudita. Allí, seis F-15 de la Real Fuerza Aérea escoltaron también al Air Force One en su aproximación a Riad. El recibimiento saudí fue todo menos modesto: alfombra roja, una delegación real encabezada por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, y una estética cuidadosamente orquestada para proyectar poder, alianza y majestuosidad. "Gracias por la escolta y por cubrir las espaldas del presidente Trump”, escribió Dan Scavino, vicejefe de Gabinete, al compartir las imágenes del sobrevuelo.
En la pista lo esperaba Mohamed bin Salmán, el heredero del trono saudí y estratega de un nuevo orden regional que quiere consolidarse con inversiones, poder y alianzas inquebrantables. La escena fue prolija: alfombra roja, camisas blancas impolutas, un apretón de manos extendido en el último peldaño de la escalera del avión. Riad inauguró así una gira de cuatro días en la que Trump recorrería la región marcando pauta geopolítica, buscando socios, petróleo y contratos de defensa.

No es la primera vez que los países del Golfo apostaban por el asombro para agasajar a Trump. En los pasillos de Doha se hablaba también del regalo que el emirato estaba dispuesto a hacerle: un lujoso Boeing 747-8, que podría usarse como reemplazo temporal del Air Force One mientras Boeing finaliza las nuevas versiones del avión presidencial. Trump, fiel a su estilo, no lo vio como un escándalo sino como una jugada eficiente. Elogió la oferta como una “decisión financieramente inteligente”. Sus críticos, en cambio, hablaron de “corrupción descarada” y denunciaron una “grave amenaza para la seguridad nacional”.