
A sus 78 años, Elton John no deja nada librado al azar cuando se trata de su salud. El legendario músico británico construyó una rutina diaria enfocada en combatir los efectos de la edad y mantenerse activo luego de décadas en los escenarios, cantando hits como “Rocket Man”, mientras se adaptaba a las exigencias de una vida marcada por problemas médicos y una diabetes tipo 2 diagnosticada a comienzos de los años 2000.
Su método combina ejercicio adaptado, disciplina alimentaria y controles médicos constantes.
Lejos de los entrenamientos tradicionales, Elton John encontró en el agua un espacio seguro para ejercitarse. Durante el periodo de confinamiento global, implementó una estrategia sencilla pero eficaz: caminar 9 kilómetros semanales dentro de su piscina. El método consiste en desplazarse de lado, con el agua que ofrece resistencia y, al mismo tiempo, protege sus articulaciones.

“Me levanto, desayuno y salgo a caminar en la piscina. A mi edad, es lo mejor que puedo hacer”, explicó a Daily Mail Elton, quien vio en esta rutina la única forma de mantenerse en movimiento sin cargarse de dolor ni sumar lesiones a su historial de cirugías. El ritmo sostenido de esta costumbre le permitió prepararse tanto física como mentalmente para la extenuante gira de despedida, que incluyó más de 300 funciones alrededor del mundo.
La dieta que sigue Elton John está marcada por la vigilancia de sus niveles de azúcar. Eliminó las azúcares refinadas y limita el consumo de frutas únicamente a aquellas que no alteran sus valores glucémicos. “Puedo tener una manzana, puedo comer un poco de melón. Mientras seas sensato, no te sube el azúcar”, explicó en el podcast Ruthie’s Table. La moderación es la base: no hay lugar para dulces, chocolates o postres, aunque, según confiesa, el deseo sigue presente. “Lo que de verdad quiero comer es chocolate y helado. No puedo tomar ningún helado”.
Este autocontrol también responde a su historia clínica. La diabetes es solo una parte del cuadro: Elton John enumeró las operaciones que marcaron su vida adulta. “No tengo amígdalas, adenoides ni apéndice. No tengo próstata. No tengo cadera derecha ni rodilla izquierda ni derecha. De hecho, lo único que me queda es la cadera izquierda. Pero sigo aquí”, resumió.

La comida previa a sus conciertos era un ritual de cuidado: un pequeño filete y vegetales. “Sería probablemente un poco de carne y algunas verduras. Solo algo de proteína y vegetales porque no puedes subirte al escenario sintiendo que te vas a desmayar. Es muy desagradable. Eso sería todo. Era un ritual”, relató. Esta costumbre acompañó cada presentación hasta la última función de su gira de despedida en 2023.
A pesar de su firmeza, Elton admitió que extraña lo que no puede comer. Si tuviera que elegir su última comida no dudaría: “No contendría nada que no fueran dulces, porque ahora no puedo comerlos. Me gustan todas las cosas que no son buenas para mí: pollo frito, donuts. Si pudiese, tendría helado, donuts, tarta de manzana, crumble de ruibarbo, lo que sea”.
Más allá de los placeres perdidos, el cantante asume la restricción como la única vía para mantener su estilo de vida cercano a la familia y, en menor medida, a la música. “Decidí dejar de hacer giras porque tengo 78 años, ya hice todo lo que tenía que hacer. Pero tengo que hacer espacio porque todavía quiero la música en mi vida. Lo más importante son David, Zachary y Elijah, mi familia y mis amigos. Encontré la utopía y estoy feliz”, expresó en la premiere de su documental.

Vigilando de cerca su dieta y su rutina física, el intérprete de la icónica pista “Your Song” suma controles médicos permanentes. Se recupera en la actualidad de una infección ocular severa que redujo su visión. Las internaciones y cirugías han sido parte frecuente de su cotidianidad, pero nunca desvían su enfoque: “Estoy muy agradecido con el excelente equipo de médicos y enfermeros y con mi familia, que me ha cuidado. He pasado el verano recuperándome en casa y me siento positivo con el progreso”.
Elton John demuestra que la longevidad sobre el escenario y fuera de él no es cuestión de suerte. Es resultado de una rutina rigurosa, constancia y renuncias necesarias. No hay excesos, ni caprichos culinarios, ni entrenamiento de alto impacto: solo un equilibrio sostenido entre la actividad controlada, la comida justa y el apego estricto a las indicaciones médicas. La disciplina se transformó en el centro de su vida diaria, mientras emprende una época de retiro rodeado de su familia.