Apagones masivos y hambre generan nuevas protestas en Cuba a pesar de la represión

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Los rayos de sol reverberan en el asfalto de la ruinosa carretera que cruza por el reparto Jabaquito, municipio Bayamo, provincia Granma, a poco más de 750 kilómetros al suroeste de La Habana. Después del mediodía un perro callejero busca sobras de comida en un depósito de basura, dos tipos con overoles de mecánico reparan un viejo tractor de la era soviética parqueado al borde del camino y algunos vecinos conversan en el portal de su casa mientras se abanican con un trozo de cartón. El termómetro marca 38 grados Celsius.

Llamémosle Denis, entrenador deportivo, cuenta que desde hace un año, el promedio de apagones en la zona es de 16 horas diarias. “Es un abuso. Además de los apagones, no hay comida ni tenemos gas licuado para cocinar. La gente tiene que pagar 100 pesos o más por el viaje hasta Bayamo. El medio más barato es el coche tirado por caballos y te cobra 50 pesos. Cada vez hay menos personas en el reparto. Todo el mundo que puede huye de aquí. Esto no es vida hermano”.

Yaquelín, doctora y residente en el reparto Ojeda, colindante con Jabaquito, dice que debido al estrés de “los apagones y las innumerables necesidades se me cae el pelo y me han salido manchas en la piel y la cara. Lo que estamos sufriendo los cubanos no se lo deseo a nadie. Somos prisioneros de una ideología fallida que no funciona. Falta lo más básico para vivir: agua, comida, medicamentos y electricidad. Vivir en esas condiciones es un castigo”.

“Ponen la luz una o dos horas al día. No te da tiempo a lavar. Ni siquiera a ver la televisión. Como los apagones son tan largos, las baterías de las antenas de telefonía móvil pierden la carga y no tenemos acceso a internet. Estamos desconectados del mundo. Me enteré del nuevo Papa tres días después. El descontento popular es muy grande. Las personas hablan horrores de los dirigentes. Pero la mayoría tenemos mucho miedo”. “Ponen la luz una o dos horas al día. No te da tiempo a lavar. Ni siquiera a ver la televisión. Como los apagones son tan largos, las baterías de las antenas de telefonía móvil pierden la carga y no tenemos acceso a internet. Estamos desconectados del mundo. Me enteré del nuevo Papa tres días después. El descontento popular es muy grande. Las personas hablan horrores de los dirigentes. Pero la mayoría tenemos mucho miedo”.

“El viernes los vecinos de Jabaquito se tiraron pa'la calle a protestar. Mientras la gente gritaba 'corriente y comida' y sonaban los calderos, otros salieron a chismear. Cuando se apareció la policía y los boinas negras con perros, repartiendo golpes, hicimos silencio. Si nos hubiéramos unidos todos los vecinos, esos jenízaros hubieran salido huyendo. Es lo que pasa en Cuba, que nos quedamos callados. Por eso la caterva de barrigones que gobiernan el país atropellan al pueblo. Algún día, los que han reprimido a las personas por reclamar sus derechos pagarán por sus abusos”, afirma Yaquelín.

Según Damián, “después de las protestas en Jabaquito y en la Veinte de Siboney, al día siguiente, amanecieron cerradas varias escuelas. Y fíjate, si esta crápula es mala, que luego de más de veinte horas de apagón, con tremendo cinismo, pasó un carro del gobierno citando a la población a celebrar la semana teatral y en la bodega repartieron un poco de arroz y chícharos para callarle la boca a los hambrientos”.

“En Jabaquito hubo al menos tres detenidos, los golpearon con saña. Además de esa protesta, la gente de un caserío en la zona del valle, cansada de los apagones y tanta hambre, se tiró pa'la calle y le cayeron a pedradas a la sede del partido comunista municipal. El pueblo está caliente. Y el gobierno, en vez de solucionar los problemas que ellos mismos han creado, se justifican culpando al bloqueo de Estados Unidos. Es un truco viejo. Cada vez que hay un bateo en Cuba, se buscan un enemigo interno o externo y desviar la atención. Pero la gente ya no se traga sus argumentos. Mucha propaganda contra el imperialismo yanqui, pero sus familias y una pila de funcionarios en cuanto pueden, se van han a Estados Unidos. A este gobierno se le cayó la careta. El mayor enemigo de los cubanos son sus dirigentes”, concluye Damián.

En la última semana se han registrado protestas de centenares de personas en Bayamo, Santiago de Cuba, Pinar del Río, Cienfuegos y en algunos barrios de La Habana. Las causas que la provocan son diversas. Y van desde los dilatados apagones de 22 horas diarias, carencia de gas licuado, agua potable, alimentos y medicinas.

El régimen castrista, en su ocaso, está inmerso en una crisis multisectorial agravada por la ausencia de inversiones, la caída del turismo, la escasez de combustible y la falta de mantenimiento en las centrales termoeléctrica. La falta de previsión, corrupción y mala administración del dinero público son otras de las razones que han llevado a Cuba a una crisis total.

“Estamos en un punto sin retorno. La única salida a la feroz crisis económica y reducción de la inflación es cambiar el modelo de la economía cubana. El gobierno ha demorado demasiado en terminar con la planificación centralizada el voluntarismo político y la narrativa ideológica. El futuro de Cuba pasa por implementar una economía de mercado y apostar por la democracia. Ellos lo saben. Ya no hay vuelta atrás. No podemos regresar a la etapa de Guerra Fría. Somos un país occidental y como tal debemos diseñar nuestro futuro. Estamos en un momento crítico. Los decididores políticos deben ser responsables”, argumenta un ex funcionario de relaciones exteriores.

Por ahora, la respuesta de la dictadura ha sido una letanía de excusas y acusar con el dedo al gobierno de Estados Unidos de los problemas internos.

María Julia, residente en un barrio al sur de La Habana, comenta que “desde hace una semana no entra agua en la zona donde vivo. La gente se cansó de las mentiras de los funcionarios del partido y salimos a protestar. A la media hora nos pusieron el agua. La enseñanza es simple: hay que coger la calle para reclamar nuestros derechos”.

A la salida del mercado en dólares de 3ra. y 70, Miramar, Sergio, cuentapropista, espera un taxi cargado de bolsas con alimentos. “Allá dentro, por dólares venden desde Coca Cola hasta cajas de pollo importadas de Estados Unidos. Con divisas puedes comprar plantas eléctricas y ventiladores recargables y aliviar los apagones. Lucrar con la miseria es un muy buen negocio del gobierno. El 'bloqueo' es para los que no tienen dólares”, expresa.

La pregunta que se hacen muchos en la Isla es cuándo tocaremos fondo.

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