
Los animales de compañía pueden ser un factor clave en la mejora de la salud mental de las personas. En particular, para los adultos mayores y los adultos jóvenes en situaciones de vulnerabilidad, la interacción con animales podría tener efectos en la prevención de la soledad y el aislamiento social.
Así lo han propuesto científicos como la doctora Em Bould, investigadora de la Universidad de Monash, en Australia, al explorar cómo los animales de compañía pueden desempeñar un papel crucial en la mejora del bienestar.
Antes que nada, una definición: para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aislamiento social tiene que ver con la falta de suficientes de relaciones sociales que provoca soledad.

La doctora Bould y su equipo de investigación analizaron cómo las mascotas pueden influir en la salud emocional y social. Los resultados fueron claros: la interacción con animales de compañía tuvo un impacto significativo en la reducción de la soledad y la mejora de la salud general.
Así, según divulgaron en un comunicado, llevaron a cabo “un proceso de investigación-acción con estudiantes universitarios internacionales, adultos mayores residentes en residencias para la tercera edad y personal directivo de dos centros de atención para la tercera edad. El programa piloto contó con la participación de 30 adultos mayores de dos centros de atención para la tercera edad en Victoria y 11 estudiantes universitarios internacionales voluntarios”:
“Los participantes se reunieron presencialmente una hora a la semana, durante 18 semanas. Para fomentar la conversación, el programa incluyó actividades de ocio con animales (como manualidades, rompecabezas, bingo de animales, canciones con temas de animales), animales robóticos y mascotas vivas”, repasaron.
Y ampliaron que, posteriormente, “seis adultos mayores, diez estudiantes internacionales de la Universidad de Monash y tres miembros del personal de gestión de centros de atención a personas mayores participaron en la evaluación del programa. Esto implicó completar encuestas al inicio y al final del piloto, así como una entrevista semiestructurada”. Los hallazgos se publicaron en Complementary Therapies in Clinical Practice.

Bould, quien diseño el programa Mascotas y Personas que enmarcó esta investigación, destacó que tanto “los adultos mayores como los estudiantes internacionales experimentaron una disminución significativa de la sensación de soledad y una mejora significativa de su salud. La presencia de mascotas vivas, en particular, ayudó a romper el hielo y facilitó las conversaciones entre los participantes".
Según el comunicado, “la soledad se midió con la Escala de Soledad de la UCLA y disminuyó significativamente de 49,4 a 41,4. La salud de los participantes se midió con el instrumento EuroQol-5 Dimension, y se observó un aumento clínicamente significativo de 0,741 a 0,800″.
Consultada por Infobae, María Fernanda Rivas, psicoanalista, especialista en parejas, familias, y en niños y adolescentes, coordinadora del Departamento de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina, reflexionó sobre este tema: “Aparte del cariño que brindan y que se les dispensa, los animales de compañía pueden llegar a cumplir funciones de sostén y acompañamiento. Se muestran muy receptivos a los estados anímicos de aquellos con quienes conviven. Se los suele ‘humanizar’: se les atribuyen pensamientos, sentimientos y deseos propios de los humanos a los que ellos responden con facilidad. Tienen sus lugares y roles asignados dentro de la casa. Es muy frecuente comprobar que se parecen mucho a sus dueños ya que copian con los años su carácter, sus horarios, sus rutinas, etcétera. Son muy sensibles a los buenos o malos tratos y de acuerdo a ésto forjarán su personalidad y su forma de reaccionar ante las personas”.
Rivas subrayó que el fenómeno se inscribe en un contexto cultural más amplio: “En los últimos tiempos se ha observado un crecimiento de la cultura ‘pet friendly’. Se permite ingresar a algunos bares y restaurantes y hasta a negocios de ropa con mascotas. Esto habla de una apertura social que facilita la aceptación y el respeto por los lazos que las personas establecen con los animales. Esto permite que se armen interacciones con otros con quienes se experimenta afinidad y se puedan dar relaciones de pertenencia a determinados grupos (por ejemplo, los que se reúnen en una plaza a pasear a sus perros)”.

La experta repasó que también “se han modificado algunas leyes para su protección y se contemplan castigos para quienes ejerzan maltrato animal. De aquí que ahora se los denomine ‘animales de compañía’, en lugar de mascotas”.
Rivas, en tanto, destacó su valor en situaciones de crisis. “Su presencia puede ayudar a transitar vivencias difíciles de la vida tales como conflictos familiares, soledad, disgregación de la familia (muy frecuente en la etapa de la vejez). El contacto con animales suele tener un efecto calmante. Despiertan afectos como la ternura —que es curativa en sí misma, cuyo ejercicio puede luego trasladarse a los vínculos con personas— y sensaciones táctiles y olfativas relacionadas con el ‘apego’. Son depositarios —y beneficiarios— de necesidades de contacto, caricias y abrazos”.
Por su parte, José Manuel Viudes, gerontólogo del Hospital Italiano, expresó a Infobae: “Los beneficios que tienen las mascotas en los adultos mayores ya están demostrados. Hace bastante tiempo, en un artículo publicado en una revista científica de Estados Unidos sobre gerontología, se realizó un seguimiento durante 12 años a casi 4.500.000 adultos mayores. Se dividió en dos grupos: el primero, compuesto por pacientes que tenían una mascota en su casa, que podía ser un perro, un gato o incluso un pájaro; y el segundo, por aquellos que no tenían. Durante ese período, el grupo que tenía una mascota presentó un 11% menos de infartos y un 25% menos de enfermedades cardiovasculares, ACV y demencia”.
“Además -amplió el especialista-, se realizó un test cognitivo que evaluó, tanto al inicio como al final del estudio, la memoria y, especialmente, el estado de depresión mediante preguntas escalonadas. Los pacientes que tenían mascotas mostraron menos depresión y mejor memoria. Los beneficios son claros y están ampliamente documentados por la ciencia. Por ello, la recomendación es clara: un adulto mayor que está solo, o dos adultos mayores que lo estén, debería considerar adoptar un animal”.

El aislamiento social, señaló Viudes, es otro problema creciente en la sociedad actual. La forma de enfrentar este problema debe ser multidisciplinaria.
“Una de las estrategias tiene que ver con las mascotas. Estas producen varios beneficios. El primero es que la relación con el animal es simbiótica: el animal se nutre del cuidado del adulto mayor, y el adulto mayor se beneficia de la responsabilidad de cuidar al animal. Esto lo obliga a ordenar su vida, comprar comida, sacar al animal a pasear, bañarlo y llevarlo al veterinario, como si fuera un hijo nuevo. En segundo lugar, las mascotas fomentan la actividad física, ya que obligan al adulto mayor a caminar. En muchos lugares del mundo, existen zonas específicas para perros en las plazas, donde los adultos mayores pueden sentarse y socializar entre ellos. Finalmente, las mascotas disminuyen el insomnio. Se ha demostrado que cuando un perro duerme en la habitación de un adulto mayor, o incluso cuando duerme junto a él, los índices de insomnio disminuyen en ese grupo“, explicó.
A su turno el doctor Juan Hitzig, médico especialista en psico-bilogía del estrés y envejecimiento, habló sobre la relación entre la cooperación humana, el envejecimiento y la importancia del afecto, en una entrevista con Infobae.
“Somos una especie de manada. No corporal, pero sí afectiva”, comenzó Hitzig, al destacar que los seres humanos estamos hechos para cooperar, creer en un proyecto común y colaborar. “Es nuestra esencia, está en el ADN, es la base del amor”, afirmó. Y advirtió que, a pesar de esta predisposición natural, muchos individuos se ven aislados, ya sea por autodeterminación o por circunstancias sociales. Este aislamiento, según el especialista, tiene “serias consecuencias psicológicas y, luego, neurocognitivas como efecto del aislamiento”, lo que acelera la biología del envejecimiento, creando un ciclo que agrava progresivamente la condición de la persona.
En este sentido, el especialista destacó el “poder terapéutico” de los animales de compañía: “Son un recurso muy utilizado en las clínicas y centros psiquiátricos, pero también pueden ser proporcionadas por la familia”. Según Hitzig, el estímulo afectivo que estos animales proporcionan es fundamental para mejorar la salud emocional y física. “El estímulo afectivo estimula la serotonina, la dopamina y la oxitocina (fórmula neurobiológica del amor), tres neurotransmisores activadores hormonales que reducen la química del estrés y potencian la actividad cerebral e inmunitaria, mejorando la calidad de la salud psíquico-física, reduciendo la evolución de la enfermedad y retrasando el deterioro”.