
Más de la mitad de los hogares en Estados Unidos no genera los ingresos suficientes para cubrir los costos asociados a un nivel mínimo de vida, de acuerdo con un análisis publicado por el Ludwig Institute for Shared Economic Prosperity (LISEP). El estudio indica que el 60% inferior de los hogares estadounidenses enfrenta una creciente distancia entre sus ingresos anuales y los recursos requeridos para acceder a bienes y servicios considerados esenciales.
El informe de LISEP no se limita a calcular si una familia puede pagar por alimentos o vivienda. Incluye una evaluación más amplia de los elementos necesarios para participar en la economía contemporánea, como el acceso a atención médica, educación superior, herramientas tecnológicas para el trabajo, cuidado infantil, ropa profesional y actividades de ocio básicas. Esta metodología busca ofrecer una perspectiva más precisa sobre el bienestar económico de los trabajadores de ingresos bajos y medios.
Los resultados reflejan una tendencia que, según LISEP, ha sido ignorada por los indicadores tradicionales. “La clase media ha estado en declive, pero no lo hemos reconocido completamente”, señaló Gene Ludwig, presidente de la organización, en declaraciones a CBS News. Agregó que este fenómeno es riesgoso porque puede generar tensiones sociales y cuestiona la promesa del llamado “sueño americano”.
El estudio presentado por LISEP utiliza un índice denominado Minimal Quality of Life Index que se basa en una “canasta de bienes esenciales del sueño americano”. Esta canasta incluye elementos necesarios para alcanzar un estándar de vida considerado mínimo en la sociedad actual. El análisis sostiene que en 2023 un hogar promedio perteneciente al 60% inferior de la distribución de ingresos obtuvo alrededor de 38,000 dólares anuales, mientras que, de acuerdo con el índice, necesitaría al menos 67,000 dólares para cubrir adecuadamente los componentes de esa canasta.
La diferencia entre el ingreso disponible y el costo de vida establecido por el índice refleja una situación de precariedad que afecta a millones de familias, incluso aquellas con empleo a tiempo completo. Según el informe, muchas de estas familias se ven obligadas a recortar gastos esenciales o a endeudarse para afrontar necesidades cotidianas.
LISEP sostiene que su enfoque ofrece un diagnóstico más realista que el de los indicadores económicos convencionales. “Los estadounidenses trabajan más que nunca y contribuyen al crecimiento económico, pero los beneficios no se distribuyen de forma que respalden la movilidad ascendente para muchos ciudadanos”, afirmó Ludwig en el mismo reporte.

Entre 2001 y 2023, el costo de mantener una vida con seguridad económica mínima se duplicó, según los datos de LISEP. Los factores que impulsaron ese aumento incluyen el incremento en los precios de la vivienda, la atención médica y la educación superior. En particular, el ahorro necesario para cursar estudios en una universidad pública estatal subió un 122% en ese periodo.
Este aumento de costos no fue acompañado por un crecimiento proporcional de los ingresos. Por el contrario, el estudio detectó que los ingresos medios ajustados por inflación para el 60% de los hogares con menores ingresos disminuyeron un 4% entre 2001 y 2023. Además, el crecimiento anual de ingresos en ese grupo fue de apenas 0.37%, mientras que en el 40% superior de la población el incremento fue más del doble durante el mismo periodo.
Estos datos sugieren que los hogares de ingresos bajos y medios han perdido capacidad adquisitiva, lo que agrava las condiciones de desigualdad y limita las posibilidades de mejorar su situación económica. El informe destaca que este deterioro se produce a pesar del crecimiento global de la economía del país.
LISEP advierte que los principales indicadores económicos utilizados en EE.UU., como el Producto Interno Bruto (PIB) y la tasa de desempleo, no capturan adecuadamente la experiencia económica de la mayoría de los ciudadanos. Estos datos, aunque reflejan crecimiento y empleo, no contemplan si los salarios permiten cubrir los gastos reales de vida.
En ese sentido, el índice de calidad mínima de vida busca suplir esas deficiencias al considerar un conjunto más amplio de variables que afectan directamente la estabilidad financiera de los hogares. La metodología empleada por LISEP incluye costos asociados a bienes y servicios necesarios para sostener una vida funcional dentro del contexto económico y social actual.
Según el reporte, este enfoque puede ofrecer herramientas más precisas para elaborar políticas públicas que respondan a las condiciones reales que enfrentan millones de personas. No obstante, el estudio no propone medidas específicas, sino que subraya la necesidad de reconsiderar cómo se mide el progreso económico y el bienestar social.

El informe señala que muchos trabajadores a tiempo completo, aun cumpliendo con todas las condiciones laborales tradicionales, no logran alcanzar el nivel de vida que históricamente se ha asociado al bienestar económico básico en EE.UU. La imposibilidad de cubrir gastos como la atención médica, la educación superior o la vivienda incide directamente en la estabilidad familiar y reduce las posibilidades de crecimiento futuro.
Además, la carga financiera obliga a los hogares a tomar decisiones difíciles, como postergar tratamientos de salud, reducir el gasto alimentario o prescindir de formación profesional. Estas limitaciones generan efectos acumulativos que pueden reproducir condiciones de pobreza a largo plazo.
El análisis de LISEP forma parte de sus esfuerzos por ofrecer una imagen más realista del estado económico de la población estadounidense y contribuir al diseño de políticas más ajustadas a las condiciones actuales. La organización, citada por CBS News, enfatiza que su índice refleja mejor la “realidad vivida” que las métricas oficiales.