“La moda no es solo un atuendo, es un relato sobre quiénes creemos ser y cómo nos enfrentamos al mundo”, explicó Amalia Ulman en una entrevista para W Magazine. Con esa declaración encapsuló su compromiso con la espontaneidad y su capacidad para observar con claridad al arte y su realidad.
La multifacética artista presentó “Magic Farm”, una obra que transporta al espectador a los atrapantes paisajes de la ruralidad argentina. En medio de este entorno idílico, se produce un choque cultural dramático e hilarante con la llegada de una torpe tripulación de medios estadounidense, liderada por Chloë Sevigny, en busca de ese contenido viral que tanto codician.
Además de escribir y dirigir la película, Ulman se adentró en el set vestida con atuendos ecuestres, algo que hizo como un acto de integración con el entorno, diferenciándose de su rol como Elena, la intérprete del equipo.
Su película escenifica la incompetencia de un grupo al enfrentarse con una realidad que no comprenden, y también presenta una crítica punzante a esa búsqueda desesperada por captar tendencias que, en vez de construir algo real. “El buen diseño de vestuario consiste en sumar a la historia sin distraer”, compartió Ulman sobre su relación con la moda.

La oriunda de Argentina utilizó su vida personal como una fuente constante de inspiración, influyendo en su labor artística de forma genuina. Sobre cómo el estilo de sus personajes impacta su propia manera de vestir, comentó: “Una vez que termino de rodar una película, estoy tan cansada de los temas que pienso: ‘No voy a volver a usar eso nunca más’”.
Su concepto ecléctico hacia la moda está inevitablemente entrelazado con sus experiencias reales, y se ve reflejado en el diseño de vestuario para “Magic Farm”, donde los atuendos no solo complementan la trama, sino que sirven de crítica mordaz a la superficialidad con la que los personajes abordan diferentes culturas.
Asimismo, su evolución estilística representa un viaje de descubrimiento personal desde sus años de adolescencia hasta el presente. Durante los años escolares, según Amalia Ulman, ya tenía un estilo impecable y apto para la actual resurgencia del estilo twee, al cual ella confiesa estar más que familiarizada.

“La mayoría de mi ropa es Miu Miu y Prada. Tengo muchas Mary Janes y tacones bajos, faldas midi y cardiganes. Ese es mi estilo, y eso es lo que usaría cuando era adolescente”, compartió la directora argentina.
Sus incursiones tempranas en el mundo del espectáculo como aprendiz de payaso fueron un elemento clave en su crecimiento. Sobre esto amplió: “Fui aprendiz de payaso en mi adolescencia. Estaba obsesionada con los payasos que estaban de gira”.
Aquel periodo la sumergió en un ambiente de punk clowns (payasos con estilo punk) o “perroflautas” (personas descuidadas), llevándola a un cambio de paradigma hacia comunidades más inclusivas y experimentales que resonaron más con su pasión por la moda y la identidad.

En una breve pero intensa aparición en el Festival de Berlinale, “Magic Farm” se posicionó como una sátira perspicaz de las noticias falsas y la ignorancia mediática. El relato profundiza en cómo el oportunismo y la falta de cuestionamiento colectivo pueden distorsionar la narrativa social.
De este modo, la directora busca reflejar estas preocupaciones con humor, pero sin perder la seriedad del riesgo que estos fenómenos representan para la vida cotidiana.
Como expresó Ulman, su interés abarca más allá de lo superficial, incitando a la reflexión sobre lo que podría ocurrir si estas tendencias siguen sin cuestionarse. “Estamos viendo hoy en día con la política, por ejemplo, en Estados Unidos, cómo la propaganda lleva a otros sitios peligrosos”, planteó. Sus proyectos buscan desafiar la aceptación ciega, promoviendo la importancia del pensamiento crítico.

La obra de Ulman es un viaje hacia la comprensión y el cuestionamiento del mundo que nos rodea. Sus películas, marcadas por el uso expresivo de la moda y subtextos culturales, ofrecen ventanas a realidades construidas que invitan a los espectadores a revaluar lo que saben o creen saber.
Mediante la producción de “Magic Farm”, se llama a la reflexión del público. Y en cada escena, Amalia Ulman deja clara su habilidad para mezclar arte y crítica social en una mezcla que es tan entretenida como perturbadora.