Altímetro roto y advertencias ignoradas: lo que causó el choque entre un helicóptero militar y un avión en D.C

hace 3 horas 1
Las audiencias de la NTSBLas audiencias de la NTSB revelaron que el helicóptero volaba con instrumentos defectuosos y sin suficiente control. (REUTERS/Eduardo Munoz/File Photo)

Funcionarios de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) revelaron nuevos detalles sobre lo que provocó el choque entre un helicóptero Black Hawk y un avión de pasajeros en enero, un accidente que dejó 67 víctimas fatales y que conmocionó al país por la presencia de jóvenes patinadores, sus familiares y trabajadores del área.

Entre las mayores revelaciones, las autoridades informaron que el altímetro del helicóptero estaba roto y que los controladores aéreos advirtieron a la Administración Federal de Aviación (FAA) años antes sobre los riesgos que representaban los helicópteros sobrevolando el área.

Según las declaraciones recogidas por The Associated Press (AP) durante tres días de audiencias, el altímetro barométrico del Black Hawk presentaba un fallo, indicando entre 24 y 30 metros menos de altitud de la real registrada por la caja negra.

El altímetro del Black HawkEl altímetro del Black Hawk presentaba una diferencia de hasta 30 metros respecto a la altitud real. (REUTERS/Kent Nishimura)

Otras tres aeronaves del mismo escuadrón presentaron discrepancias similares en sus instrumentos.

Mientras algunos oficiales del ejército consideraron tolerable tal margen de error, Rick Dressler, representante del operador médico Metro Aviation, sostuvo que para su compañía esta imprecisión no sería aceptable en los helicópteros de su flota.

Una especialista de Sikorsky, fabricante de los Black Hawk, identificó que el modelo siniestrado carecía de computadoras de datos aéreos, un sistema que en versiones modernas brinda lecturas más fiables de altitud.

Durante las sesiones, la presidenta de la NTSB, Jennifer Homendy, increpó a la FAA porque la agencia no corrigió los problemas de seguridad, pese a las advertencias sobre la falta de control adecuado en el tráfico combinado de helicópteros y aviones en la capital estadounidense.

Homendy lanzó un duro reproche: “¿En serio? ¡Sesenta y siete personas están muertas! ¿Cómo lo explicas? ¿Con nuestro proceso burocrático? Arréglenlo. Arréglalo. Hazlo mejor”. Los afectados por el accidente incluyeron, entre otros, a un grupo de patinadores de élite, sus entrenadores y familiares, además de trabajadores sindicalizados de la zona.

Las investigaciones resaltaron que el impacto creció por un complejo encadenamiento de errores y omisiones, sin un solo culpable claro. Tanto la FAA como el ejército intentaron deslindar responsabilidades, pero surgieron múltiples elementos que podrían haberse abordado de manera distinta. “Creo que fue una semana de ajuste de cuentas para la FAA y el ejército estadounidense en este accidente”, afirmó el consultor en seguridad Jeff Guzzetti.

Uno de los puntos más sensibles fue la autorización de rutas donde la separación entre helicópteros y aeronaves era tan estrecha como 23 metros cuando los aviones aterrizaban en la pista secundaria de Reagan.

El ejército toleró márgenes deEl ejército toleró márgenes de error en instrumentos que operadores civiles consideran inaceptables. (REUTERS/Eduardo Munoz)

Esta situación fue señalada por el ingeniero del ejército Scott Rosengren: “El hecho de que tengamos una separación de menos de 152 metros es una preocupación para mí”. El jefe de pilotos David Van Vechten expresó su sorpresa al saber que el controlador aéreo permitió avanzar al helicóptero mientras un avión efectuaba maniobras de aproximación, una práctica que, dijo, era inusual en sus numerosas experiencias sobre esa ruta.

El enorme volumen y complejidad del espacio aéreo requirieron a menudo que los controladores dependieran de la separación visual, relegando instrumentos y protocolos. Según Frank McIntosh, responsable de la organización de control aéreo de la FAA, los empleados dependían del uso de la separación visual para mantener el flujo en el espacio aéreo. La NTSB corroboró que se recurría con frecuencia a maniobras arriesgadas, conocidas como “squeeze plays”, para lograr aterrizajes simultáneos bajo mínima distancia.

En la noche de la colisión, un controlador interrogó dos veces a la tripulación del helicóptero sobre si tenían a la vista al avión, recibiendo respuestas afirmativas y solicitudes de separación visual por parte de los pilotos del Black Hawk, quienes usaban gafas de visión nocturna.

El testimonio dejó serio margen de duda sobre si realmente podían identificar la ubicación del avión. El controlador admitió en entrevista posterior que los pilotos del avión jamás fueron advertidos sobre la trayectoria de colisión porque a esa altura estimaron que ya no había margen de reacción. El avión intentó remontar en el último instante al recibir una alarma en cabina, pero la acción resultó infructuosa.

Las advertencias sobre la peligrosidad no fueron aisladas. Un grupo de trabajo de la FAA trató de incluir en los mapas de vuelo en 2022 una anotación para que los helicópteros extremaran precaución cuando la pista secundaria estuviera en uso, medida desestimada por la agencia. Según expuso el colectivo: “Las operaciones de helicópteros se están produciendo en una proximidad que ha provocado incidentes de seguridad. Estos eventos han ido en la dirección equivocada y han aumentado año tras año”.

Leer artículo completo