Advierten que las próximas tormentas invernales en EEUU serán más peligrosas que nunca

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El estudio de Michael MannEl estudio de Michael Mann revela un aumento del 6% en la velocidad máxima de viento de los nor’easters más intensos desde 1940. (EFE/Ángel Colmenares)

En la última década, las tormentas invernales que afectan la costa este de Estados Unidos han generado preocupación en comunidades y autoridades. Estos episodios, conocidos como nor’easters, históricamente han dejado a su paso importantes daños materiales y decenas de víctimas en grandes ciudades como Boston, Nueva York y Washington D.C.

La investigación de la evolución y el poder destructivo de estas tormentas adquirió especial relevancia con la publicación de un nuevo estudio en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). El trabajo, dirigido por el climatólogo Michael Mann de la Universidad de Pensilvania, analizó 900 nor’easters ocurridos desde 1940 y documentó un crecimiento en la intensidad y volumen de precipitación.

El informe advirtió que este comportamiento constituye un reto adicional para la seguridad de la población y la infraestructura urbana de las zonas costeras de la región Atlántica. Las autoridades y expertos en climatología destacaron el valor de estos hallazgos para orientar políticas de adaptación y estrategias de mitigación ante un riesgo que se ha hecho más visible en los años recientes.

Los nor’easters son tormentas invernales que se desarrollan sobre el Atlántico Norte y afectan la costa este de Estados Unidos entre septiembre y abril. Estos fenómenos presentan vientos predominantes del noreste y provocan lluvias intensas, nevadas, descenso de temperaturas y marejadas, condiciones capaces de paralizar la movilidad y alterar servicios básicos en zonas densamente pobladas.

El origen de los nor’easters se encuentra en la interacción entre masas de aire frío, provenientes de Canadá y el Ártico, y aire cálido cargado de humedad del océano Atlántico. El intenso contraste térmico entre ambas masas de aire alimenta la tormenta y favorece condiciones severas de precipitación y viento. Las ciudades de Nueva York, Boston y Filadelfia se consideran especialmente expuestas por su ubicación geográfica y densidad urbana.

La tasa de precipitación duranteLa tasa de precipitación durante los nor’easters más severos creció en promedio un 10%, elevando el riesgo de inundaciones y cortes eléctricos. (Imagen ilustrativa Infobae)

El estudio encabezado por Michael Mann recopiló datos de 900 nor’easters registrados entre 1940 y 2025. Los autores usaron bases históricas y modelos de seguimiento de ciclones para identificar patrones en la fuerza de estos eventos. Su principal hallazgo es que el 1% de los nor’easters más intensos aumentaron su velocidad máxima de viento en un 6% durante el periodo analizado. Esta diferencia equivale a un aumento del potencial destructivo cercano al 20%, marcador relevante para infraestructuras y poblaciones urbanas.

La investigación también reveló que la tasa de precipitación, ya sea lluvia o nieve, durante los episodios más intensos creció en promedio un 10%. Este incremento se vincula a mayores posibilidades de inundaciones, bloqueos de caminos y cortes prolongados del suministro eléctrico, factores que preocupan a las autoridades por su impacto sobre la seguridad y la economía regional.

El informe publicado en PNAS indica que el calentamiento global es el factor principal detrás del aumento en la intensidad de los nor’easters. El ascenso de las temperaturas oceánicas y el incremento de la humedad en la atmósfera ayudan a que las tormentas dispongan de más energía y agua, condiciones que intensifican los vientos, lluvias y nevadas.

De acuerdo con Mann, la tendencia podría no implicar un mayor número total de nor’easters, pero sí un aumento en la agresividad de los episodios más severos. Los autores señalan que la disminución de la diferencia de temperatura entre el aire frío del Ártico y el aire cálido del Atlántico reduce la frecuencia de estos eventos, pero permite que las circunstancias favorables generen tormentas con vientos y precipitaciones más intensas de lo habitual.

El calentamiento global es identificadoEl calentamiento global es identificado como el principal factor detrás de la intensificación de los nor’easters en la costa este de Estados Unidos. (AP Foto/Jeff Roberson, archivo)

Las ciudades de la costa este enfrentan mayores riesgos de daños relacionados con la infraestructura vial, puentes, sistemas eléctricos y redes de saneamiento. El estudio advierte que, a medida que crece la intensidad de los nor’easters, también aumenta la frecuencia de inundaciones extensas y la posibilidad de eventos climatológicos con efectos comparables a huracanes históricos.

Ejemplos del impacto de estos fenómenos se reflejan en la “Tormenta del Siglo” de 1993 y en “Snowmageddon” de 2010, episodios que suspendieron servicios esenciales y generaron pérdidas económicas equivalentes a decenas de miles de millones de dólares. El análisis sostiene que estos antecedentes ilustran cómo la preparación y el pronóstico adecuado resultan determinantes para mitigar los efectos negativos sobre la población y la economía regional.

Expertos y entidades científicas subrayaron la importancia de adaptar las estrategias de gestión de riesgo y emergencias antes, durante y después de un nor’easter. Jennifer Francis, investigadora del Woodwell Climate Research Center, remarcó que la planificación preventiva y la modernización de infraestructuras críticas son clave para limitar la magnitud de las pérdidas humanas y materiales asociadas a tormentas severas.

Los gobiernos locales se han visto impulsados a revisar sus mapas de riesgo, alertas tempranas meteorológicas y protocolos de evacuación para garantizar la seguridad, teniendo en cuenta la recurrencia y el alcance de estos eventos. Las recomendaciones incluyen refuerzos en sistemas de defensa costera, redes eléctricas y canales de información pública para las zonas más expuestas.

Las ciudades de Nueva York,Las ciudades de Nueva York, Boston y Filadelfia se consideran especialmente vulnerables a los daños de los nor’easters por su ubicación y densidad urbana. (AP Foto/Ashley Landis)

El resultado del estudio generó consenso en la comunidad científica sobre la urgencia de considerar el aumento en la intensidad de los nor’easters dentro de la planificación urbana y de protección civil. Judah Cohen, climatólogo del Massachusetts Institute of Technology, señaló que los efectos del calentamiento global suelen ser contraintuitivos, pues aunque el número total de tormentas podría disminuir, su impacto extremo aumentará.

La actualización permanente de estudios meteorológicos, junto con la formación de equipo humano y tecnológico, permitirá abordar mejor las amenazas y proteger la vida de millones de personas en la región atlántica de Estados Unidos durante los próximos años.

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