
El 19 de abril de 1995, el nombre de Timothy McVeigh, un exsoldado del Ejército de Estados Unidos, pasó a la historia tras convertirse en el autor material del atentado de Oklahoma City, considerado por funcionarios nacionales como “el peor acto de terrorismo interno en la historia del país”.
McVeigh estacionó un camión alquilado al frente del edificio Alfred P. Murrah, ubicado en el corazón de Oklahoma City. Dentro del automóvil había colocado una potente bomba fabricada con fertilizante agrícola, diésel y un coctel de productos químicos.
Tras salir del vehículo, el exsoldado cerró la puerta con llave y emprendió la huida, no sin antes activar dos mechas temporizadas. La bomba estalló a las 9:02 horas convirtiendo el área circundante en lo que el FBI describió como “una zona de guerra” en apenas pocos segundos.

Funcionarios de la agencia federal de investigación estadounidense dijeron que un tercio del edificio donde McVeigh plantó la bomba quedó “reducido a escombros” y muchos de sus pisos quedaron derrumbados. Más de unas ocho decenas de autos se quemaron y 300 construcciones en las cercanías se dañaron o destruyeron como resultado de la detonación.
McVeigh no solo afectó a cientos de inmuebles, también le arrebató la vida a 168 personas, 19 niños incluidos, e hirió a cientos más. El FBI considera que este fue “el peor acto de terrorismo interno en la historia del país”.
Tras la explosión de la bomba, y todavía en medio de la confusión, agentes del FBI acudieron al sitio del atentado donde, según relataron en un artículo disponible en el sitio oficial del buró federal, ayudaron en las labores de rescate e investigación de los hechos.
Un día después, el 20 de abril de 1995, se encontró el eje trasero del Ryder utilizado por McVeigh. Con esta pieza encontraron el número de identificación del vehículo y pudieron rastrear su procedencia hasta un taller de Junction City, en Kansas.

Con ayuda de los empleados de la tienda, el FBI pudo hacer un retrato de quien alquiló el camión. Tras mostrar el dibujo por toda la ciudad, trabajadores de un hotel local lograron identificarlo.
Tras contactar el 21 de abril con la División de Servicios de Información de Justicia Penal de la Oficina en Virginia Occidental, el FBI descubrió que McVeigh se encontraba recluido en una cárcel.
Apenas hora y media después de detonar el dispositivo, un oficial de la Policía Estatal de Oklahoma lo detuvo a casi 130 kilómetros al norte de Oklahoma City tras ver que a su Mercury Marquis color amarillo le faltaba la matrícula. Fue arrestado por portar un arma oculta.
Después, encontraron restos de productos químicos utilizados en el atentado en la ropa de McVeigh, además de una prueba aún más incriminatoria: una tarjeta de visita donde escribió: “TNT a cinco dólares la barra, necesito más”.

Frank Keating, exgobernador de Oklahoma, quien tenía un par de meses en el puesto cuando ocurrió la explosión, declaró para USA Today que este “sigue siendo el peor incidente de terrorismo doméstico en la historia de EEUU” y espera que siga así.
McVeigh, nacido en Pendleton, Nueva York, fue ejecutado mediante inyección letal el 11 de junio de 2001 tras ser declarado culpable y condenado a muerte en junio de 1997, según datos oficiales del Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC).
McVeigh renunció a sus apelaciones colaterales y su ejecución fue fijada por el gobierno para el 16 de mayo de 2001, sin embargo, John Ashcroft, entonces fiscal general, concedió una suspensión de 30 días a la pena capital tras descubrirse que “el FBI no había revelado más de 3.000 páginas de documentos al equipo de defensa del acusado”.

En 2015 y con motivo de los 20 años del crimen de McVeigh, Jim Norman, agente especial del FBI, relató sus vivencias sobre el atentado. Él estaba en su escritorio de la Oficina de Campo, ubicada a ocho kilómetros al noroeste de la zona cero.
“Todo en la oficina se sacudió. Los archivos se cayeron de los escritorios donde estaban apilados. Miramos hacia el centro de Oklahoma City y se podía ver una nube de escombros color canela que se elevaba desde esa zona”, recordó Norman en aquel entonces.
El agente del FBI le dijo a su supervisor que tenía la creencia de que había explotado una bomba en el centro, y que debían ir hacia el lugar.

“Corrí hacia donde estaba todo el humo. Mientras iba hacia allá, varias personas corrían en dirección contraria. Me acerqué a la entrada norte y no podía creer lo que veía. Toda la fachada del edificio había sido arrancada”, añadió.
Otra de las personas que habló en aquel entonces con el FBI para compartir sus experiencias del fatídico día fue Florence Rogers, quien era directora de la Cooperativa de Crédito para Empleados Federales. Su oficina estaba en el tercer piso del edificio Murrah.

A las 9:02 horas de aquel 19 de abril, Rogers salió despedida hacia el suelo con todo y su escritorio. Al levantar la vista, vio que sus ocho compañeros de trabajo habían desaparecido. Desesperada, comenzó a gritar: “¿Dónde están?“.
Hoy, a 30 años del atentado, Oklahoma City sigue teniendo presente aquel trágico 19 de abril de 1995. Algunos de los cambios que tomaron las autoridades incluyeron la preparación para posibles futuros actos de terrorismo doméstico.
Doug Goodwater, agente especial a cargo de la Oficina de Campo del FBI en Oklahoma City, explicó durante un diálogo con la televisora local KOKH que tiene la confianza de que su equipo “responderá al llamado” en caso de que algo suceda.

“Es un enfoque de todo el equipo, y cuando digo todo el equipo, me refiero a toda la oficina del FBI aquí en Oklahoma, a todas las fuerzas del orden en Oklahoma, a nuestros socios estatales, locales y federales”, afirmó Goodwater.
Según el agente, el primer paso consiste en asegurar el lugar y atender a las necesidades médicas, sin embargo, también afirmó que “enviarán personal para coordinar en persona y evaluar el lugar para determinar qué recursos se necesitarían”.
“El (entonces) presidente (Bill) Clinton se dio cuenta de que había una gran brecha en las capacidades de respuesta al terrorismo interno”, aseguró Goodwater.

Su capacidad de respuesta está preparada para afrontar “guerra química, biológica, ataques explosivos o cualquier cosa que el estado de Oklahoma o el país puedan necesitar”.
Por su parte, Colby Wyatt, director del Estado Mayor Conjunto de la Guardia Nacional de Oklahoma, quien estaba en la zona cero al momento del atentado hace 30 años, dijo que vio cómo se desarrollaron en aquel entonces y cómo están ahora, por lo que puede afirmar que “el nivel de entrenamiento que ponemos en ello ha superado con creces todo lo que hicimos”.
“Evaluamos cada incidente que respondemos, buscamos qué hicimos bien y cómo podemos mejorar, y tomamos las lecciones aprendidas y las incorporamos en diferentes capacitaciones de cara al futuro”.
Una Ceremonia de Conmemoración del 30 Aniversario será llevada a cabo frente al Monumento Simbólico al Aire Libre, donde Bill Clinton será el orador principal, de acuerdo con el Oklahoma City National Memorial Museum.
La ceremonia incluirá 168 minutos de silencio, la lectura de los nombres de las víctimas y palabras de los sobrevivientes, familiares y líderes comunitarios. Tras la ceremonia, el museo permitirá la entrada gratuita a las personas.