
Despertar en mitad de la noche con la mente llena de preocupaciones es una experiencia común para millones de personas. La ansiedad nocturna, que interrumpe el sueño y afecta el bienestar diario, se ha convertido en un fenómeno habitual, según especialistas consultados por TIME.
Para quienes buscan dormir mejor y reducir el impacto de estos episodios, psicólogos han reunido 7 estrategias prácticas que pueden marcar la diferencia. A continuación, se exploran estas recomendaciones, diseñadas para ayudar a calmar la mente y recuperar el descanso.
La ansiedad nocturna, explican los expertos, no es una rareza ni un signo de debilidad. Michael G. Wetter, psicólogo clínico y director de psicología en la división de medicina para adolescentes y adultos jóvenes del UCLA Medical Center, señala que casi todas las personas atraviesan momentos de pánico en la madrugada.
“La razón más básica y común por la que nos sentimos más ansiosos por la noche es la disminución de distracciones y actividades”, afirma Wetter en declaraciones recogidas por TIME. En la quietud nocturna, la mente se desvía y, sin estímulos externos, los pensamientos ansiosos ganan terreno.

La primera recomendación consiste en reservar un “tiempo para preocuparse” antes de acostarse. Leah Kaylor, psicóloga clínica y autora, sugiere dedicar unos minutos, varias horas antes de dormir, a escribir dos listas: una con las preocupaciones que pueden controlarse y otra con aquellas que escapan a nuestro control.
Al finalizar, la lista de tareas pendientes se guarda para el día siguiente, mientras que la de preocupaciones incontrolables se destruye. Según Kaylor, este ejercicio envía un mensaje claro al cerebro: “He escuchado tus inquietudes y las he gestionado”. De este modo, la mente se siente reconocida y disminuye la tendencia a rumiar durante la noche.

La segunda estrategia invita a realizar ejercicios mentales positivos. En lugar de intentar vaciar la mente, Kaylor recomienda distraerla con actividades que requieran concentración, como recordar todos los detalles de una serie, película o libro favorito.
Otra opción es el “juego del abecedario”, que consiste en elegir una categoría —como animales o nombres— y pensar en una palabra para cada letra. Estas dinámicas, además de ser creativas, suelen inducir el sueño antes de completarlas, ya que desvían la atención de los pensamientos ansiosos.

El tercer método se basa en utilizar los 5 sentidos para anclarse al presente. Wetter aconseja mantener cerca de la cama un objeto con textura, como una piedra lisa, para tocarlo cuando surja la ansiedad. También recomienda beber agua fresca, escuchar música suave o prestar atención a las sensaciones físicas, como la frescura de las sábanas.
“A menudo subestimamos el poder de nuestra propia sensibilidad”, comenta Wetter a TIME. Anclarse en el momento presente ayuda a alejar la mente de pensamientos en espiral y favorece la calma.

Si el sueño no llega tras 15 o 20 minutos, la cuarta sugerencia es levantarse de la cama. Permanecer bajo las sábanas puede asociar el dormitorio con el estrés. Kaylor aconseja trasladarse a una habitación tenue y realizar una actividad monótona, como doblar ropa o colorear.
Es importante evitar estímulos que resulten emocionantes, como películas de acción o libros absorbentes. El objetivo es regresar a la cama solo cuando aparezca el sueño, entrenando así al cerebro para asociar el dormitorio con el descanso y no con la ansiedad.

La quinta estrategia consiste en cuestionar la llamada “distorsión de las 3 a.m.”. Wetter explica que las preocupaciones nocturnas suelen magnificarse y perder perspectiva. Lo que durante el día parece manejable, en la madrugada puede adquirir proporciones desmesuradas.
Ante estos pensamientos, el especialista sugiere decirse: “Si esto sigue pareciendo urgente por la mañana, lo resolveré entonces”. No se trata de ignorar el problema, sino de posponer la acción hasta un momento más adecuado, evitando decisiones impulsivas que suelen lamentarse al día siguiente.

Otra recomendación es mantener un mensaje de consuelo o afirmación cerca de la cama. Wetter propone escribir una nota con frases tranquilizadoras como “Lo resolverás mañana” o “Todo estará bien”.
Este recordatorio actúa como un ancla racional que ayuda a recuperar la calma en momentos de pánico nocturno. “Es tu mantra, tu afirmación”, explica el psicólogo. “Te ayuda a activar la sensatez y la tranquilidad”.

Por último, Wetter invita a replantear la percepción sobre el desvelo. Despertar durante la noche es una variación natural del ciclo de sueño, y obsesionarse con la idea de que la falta de descanso arruinará el día siguiente solo incrementa la ansiedad.
El especialista compara esta situación con quedar atrapado en el tráfico: no se puede acelerar el proceso, pero sí se puede elegir entre angustiarse o aceptar la espera. Adoptar una actitud de aceptación y autocompasión facilita el regreso al sueño y reduce la presión autoimpuesta.

Tanto Wetter como Kaylor insisten en la importancia de normalizar la ansiedad nocturna y de aplicar estas estrategias con paciencia. Recomiendan evitar la autocrítica y recordar que el insomnio ocasional no define la calidad del descanso a largo plazo. Los expertos subrayan que, al practicar estas técnicas, muchas personas logran disminuir la frecuencia e intensidad de los episodios de ansiedad nocturna.
En vez de luchar contra el insomnio, Wetter sugiere aprovechar esos momentos de vigilia para relajarse y disfrutar de la calma, permitiendo que el cuerpo encuentre su propio ritmo hacia el descanso.